ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de septiembre de 2019
                               
 

El tú del mensajero

Podía ser, si no mi nieta, sobradamente mi hija. Estábamos resolviendo un asunto profesional cuando al empezar la conversación y ante mi primer "usted", me soltó:

-- ¿Te puedo tutear?

Y sin inmutarme, con la mayor delicadeza que pude, pero también con la mayor firmeza, le dije:

-- Pues no, señorita. Lo siento, pero no me puede tutear. No me debe tutear por razones históricas.

-- Ah, porque eres mayor que yo.

-- No, porque evitando el invasor tuteo estamos defendiendo la lengua española. A este paso, que todo el mundo tutea a todos, sin importar edad, condición social, respeto, o el conveniente distanciamiento para evitar el peligroso compadreo, el "usted" desaparecerá de la lengua por falta de uso. Será algo tan arcaico como ahora el "vuestra merced", y, como en las obras de Cervantes el "vuesarced", únicamente podremos encontrar el "usted" por escrito, y en los libros, porque nadie lo usará en el habla cotidiana. Por eso, señorita, --terminé razonándole-- hablándonos de usted, como le sugiero, sin saberlo estamos protegiendo un bien de la lengua española en trance de extinción, una especie de lince de Doñana del castellano, que hay que proteger antes que desaparezca de la faz del habla de cada día.

Admito que no dejarse tutear, asunto en el que tengo sobrada práctica, puede parecer falta de educación o sobra de soberbia. Es todo lo contrario: es la suplencia de la falta de educación en la escuela de una serie de valores que algunos cada día echamos más en falta. Son los propios profesores los que incitan al tuteo. Creen que un alumno le hable de usted al profesor es facha. El mundo al revés que vivimos. Para mí que los colegios son los grandes destructores del usted y los que pronto lo convertirán en arcaísmo como el "vuestra merced". Un profesor se siente más simpático y querido si lo tutean. Desaparecido el "usted", el igualitarismo se ha adueñado de las aulas y, lo que es peor, de todo principio de autoridad.

Por eso entre las Terceras de ABC de las que llamaría "de sombrilla y tumbona", de las que plácidamente hemos leído este verano en la playa frente a la brisa de la mar y el rumor de las olas, me he sentido plenamente identificado con la titulada "La tiranía del «tú»", que don Federico Fernández de Luján, académico de la Real Española, publicó el pasado 16 de agosto. Me gustaría contactar con el académico para que, como los niños cromos de futbolistas, intercambiásemos experiencias, anécdotas y sucedidos en nuestra común defensa del amenazadísimo "usted". No sé si Don Federico ha conseguido lo que servidor nunca ha logrado hasta el momento: que me hable de usted un solo repartidor de cartas o paquetes de las mensajerías. El problema es que, como no lo han aprendido en la escuela, estos chavales no saben usar el usted. Cuando les abres la puerta te dicen al entregarte el paquete, porque tampoco conocen el "don" ni el "señor":

-- Hola, Antonio, firma aquí.

Y le pegas unos doblones de "usted" como los que daba Domingo Ortega para ahormar a los toros, a ver si se enteran que detestas su tuteo:

-- ¿Me dice usted dónde quiere que le firme?

Inútil. No se dan cuenta de que con ese "usted" les estás marcando las distancias de alejamiento del tiránico tuteo:

-- Firma aquí en esta casilla. Ah, y ponme tu nombre completo, Antonio. -

Imposible. Antes, al menos, si al osado tuteo respondías con un didáctico "usted" de castigo y banderillas negras, se daban cuenta y no apeaban el tratamiento. Ya, ni eso, porque no saben. Te arrollan con el "tú" aunque le quieras poner la barrera del usted. "Usted" que pronto será tan arcaico como ese "vuestra merced" que en sus cédulas sigue usando la Hermandad del Silencio de Sevilla.

 

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