ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de noviembre de 2019
                               
 

Oh, Laica Navidad

Tal como está el patio de la crisis y como andan las arcas municipales de tiesas, el Ayuntamiento se va a gastar 1,5 millones de euros, que ya son euros, en adornos callejeros y celebraciones varias para la Navidad. En la Navidad celebramos el Nacimiento de Cristo y así lo hace el Ayuntamiento cada año. Pero poquito, no vayan a protestar los concejales de Podemos, que tienen que ayudar al alcalde a aprobar los presupuestos. ¿Que el Niño Jesús está cada año presente en los adornos y celebraciones de Navidad del Ayuntamiento? Claro que sí. Pero, como decía Beni de Cádiz, "mú poco, casi ná". Al Niño Dios, por estas fechas de su Nacimiento, me lo arrinconan en el Arquillo. Donde montan el portal de Belén más mal despachado y triste de Sevilla, comparado con esos artísticos nacimientos de los conventos o con los que pone la Asociación de Belenistas, la que la lió con su cartel del ángel parguelón.

La cosa este año va en la Plaza de San Francisco de ángeles, no de "mapping" como cuando Zoido. El espectáculo luminoso y musical será un pasillo de 8 ángeles de Navidad, 8, de 10 metros de altura, cómo ángeles de la NBA, que formarán un pasillo. Unos ángeles de Navidad bastante particulares. El ángel del portal infantil de toda la vida, anuncia a los pastores el Nacimiento de Cristo: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad". Estos ángeles de Navidad no anuncian nada relacionado con el Niño Dios. Ya saben el lema del Ayuntamiento en estas fechas, muy americano. Igual que el "Navidades Blancas" (1942) de Irving Berlin, que popularizó Bing Crosby y luego cantó Frank Sinatra: "Oh, Blanca Navidad / un blanco sueño y un cantar, / recordar tu infancia podrás / al llegar la blanca Navidad". Aquí lo hemos cambiado: "Oh, Laica Navidad/ vamos en luces a gastar/la verdadera morterá/ pero sin Niño del portal".

Aunque ahora que lo pienso, yo sé qué esperan esos 8 ángeles, 8, de la Laica Navidad sin Dios del Ayuntamiento. Esperan en la Plaza que llegue la Semana Santa para hacerle pasillo ante los palcos a su colega el Ángel del paso de Cristo de Montensión. O los de Juan Manuel del palio de la Virgen de los Ángeles de Los Negritos. Por eso le forman pasillo al Cristo que Sevilla espera, como cuando un equipo ha ganado una copa, sale al campo y los rivales le rinden ese homenaje. Ese pasillo de ángeles es, en realidad, un anuncio de la carrera oficial de la Semana Santa, que es lo que de verdad nos gusta aquí, vamos a dejarnos de tanta Navidad que nos pone tan tristes recordando a los que ya no están. Ese pasillo de ángeles de esta Navidad sin Dios está esperando a que llegue Cristo montado en su Borriquita, rodeado de niños como en la Cabalgata de los Reyes Magos. Esperando a Cristo cautivo que llegue del Tiro del Línea, para verlo luego ante Caifás o ante Anás, coronado de espinas, con la cruz a cuestas de su Gran Poder en la Pasión, caído por tercera vez en Triana, exaltado en el santo madero en Santa Catalina, entre ladrones en La Carretería, expirante en el Patrocinio o el Museo, muerto con sus Estudiantes, descendido de la Cruz en la Quinta Angustia, con la mano sangrándole en una rosa roja en Santa Marta, llevado a la Sagrada Mortaja entre 18 ciriales. En la Navidad municipal no está Dios, pero se le espera. Sevilla sabe esperar a que el Niño Dios crezca y se haga Hombre para salvarnos, cuando los perseguidos naranjos estén en flor y lleguen los verdaderos días del gozo.

Y por eso, para que a estos señores no les llamen la atención los neocumonistas de Podemos, pues, ¡venga!, mucha americanada y muchos países nórdicos. ¡Vengan pistas de hielo sin carro de la nieve! ¡Vengan pasacalles marinos! Como saben, lo más navideño del mundo es el pasacalles marino: mira cómo se me queda el dedo. No, no se rían. El pasacalles marino lo integran medusas y peces. ¿No hemos quedado en que "beben y beben/ los peces en el río"? Ahí, pues ahí tiene a los peces bebiendo en el río del Acuario. Para que al final la novelería quede encantada, aunque nos haya costado 1,5 millones de euros, y pueda el sevillano boquiabierto y más bien catetorro exclamar lo de siempre:

-- ¡Esto está pressssssioso!

 

 

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