ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  5 de diciembre de 2019
                               
 

Llegar a San Pablo

Como el turismo, el aeropuerto de Sevilla va como un tiro, uno de los de mayor actividad de España. Da gusto ver la pizarra de salidas y llegadas, hasta hace pocos años limitada a los vuelos con Madrid y Barcelona, cuando Iberia era Iberia, la compañía de bandera, y tenía casi el monopolio del transporte aéreo. Te sabías la sigla cuando mirabas esa pantalla electrónica: IB. Pero ahora te aparecen unas siglas que ya no sabes ni de qué compañías son, de "low cost" y no tan de "low cost", que vienen o van a los aeropuertos de toda Europa. Ay, nos falta Nueva York. Ahora que Nueva York, con la compañía Delta, se ha caído del cartel del vuelo directo a Málaga, a ver si Sevilla consigue, como intenta Antonio Muñoz desde el Ayuntamiento, un enlace directo con la Gran Manzana, que es lo que nos falta tras París, Roma, Frankfut, Londres y sigan poniendo destinos.

En el aeropuerto anuncian grandes reformas y ampliaciones. De momento empezaron por quitar las letras de "Sevilla" que coronaban el edificio. Y ya se notan esas reformas en la parte de salidas, donde han ampliado bastante la siempre molestísima zona de control de seguridad del embarque. Donde te tienes que quitar el cinturón, siempre a pique de un repique de que se te queden los pantalones como a Cantinflas, y donde las señoras han de descalzarse y ponerse unos "papis" en los pies, como de quirófano. Las colas que se formaban en el control de seguridad de las salidas ya no son tan desesperantes, al haber más escáneres de inspección de los equipajes de mano, y la verdad que entras para coger tu vuelo y ves que están arreglando bastante aquella parte del aeropuerto. Hasta hay más mesas donde sentarse para tomarse un café o un refresco nada más entrar, delante de la tienda libre de impuestos y de la de exquisiteces de gurmé.

Pero las llegadas... ¡Ay, las llegadas al aeropuerto de San Pablo! ¿Por qué no han empezado las reformas por las llegadas, que es lo que más falta hace, las que están más impresentables y cochambrosas? No de ahora, sino desde cuando el arquitecto Rafael Moneo las hizo en vísperas de la Expon del 92. No creo que en ningún aeropuerto el mundo haya unas llegadas tan inmundas como las de San Pablo. Impropias del tráfico que tiene ya, inadecuadas, impresentables, estrechísimas. Sales del "finger" y de momento llegas a una cuesta abajo de la que he dicho muchas veces que me recuerda las "mangás" de embarque del ganado. Sí, el que "levanta una polvarea". La "polvarea" la levanta en este caso el descrédito del buen nombre de Sevilla ante esas llegadas. Y después, por esa mangada de embarque estrechísima cuesta abajo, donde los pasajeros han de ir en fila india, sales a un larguíiiiiiiisimo pasillo que no conoce un invento utilísimo y común a todos los aeropuertos, cual el pasillo rodante. ¿No se conocían los pasillos rodantes cuando Moneo hizo el aeropuerto? Sí, se conocían, pero San Pablo sigue sin tenerlos. Y luego, dos escaleras mecánicas que dan pena para bajar a la salida a la calle y a las cintas de recogida de equipajes. De la zona de salida a la calle, ese pasillo oscuro con bronca de taxistas, mejor no hablar para no llorar. ¿Por qué da Sevilla esta imagen penosa a quienes llegan al aeropuerto, que Jerez mismo tiene una zona de llegadas mucho más digna? Y la recogida de equipajes, en unas cintas rodantes arqueológicas, de 1992, con más años que Matusalén, sin que las hayan cambiado ni mejorado. ¿Y los carritos de equipaje? Son otra pieza de museo. Primero, que están escasísimos, y colocados allá al final, en los chirlos mirlos, que los viajeros no saben dónde encontrarlos. Y después, todos con las ruedas estropeadas, que no hay quien los pueda conducir derechos. Sí, ya sé, las maletas pequeñas con ruedas para llevar en cabina han jubilado a muchos carritos de equipaje; pero estos de San Pablo cobran trienios de antiguos, apenas hay y merecerían una renovación completa de la flota. Vamos, hacer una "Operación Renove" en toda regla y vender los actuales por lo que son: chatarra de 1992. Con la actuales llegadas y sus servicios, parece que en vez de a Sevilla llegas a Burkina Faso.

 

 

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