ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  21 de enero de 2020
                               
 

S.O.S. Conventos

No es que me haya entrado un súbito ataque de Lampedusa agudo y haya cogido esta perra de que estamos asistiendo al final de una época, en la que nada día leemos (o escribimos) un capítulo de nuestro Gatapardo sevillano. Ahora, los conventos de clausura. Y no sólo en Sevilla, sino en los pueblos. Hace ya sus buenos meses, el arzobispo Asenjo me mostró su preocupación porque tenían que cerrar un convento en un pueblo, en Marchena me parece que era, por falta de nuevas vocaciones de religiosas de vida contemplativa y porque las poquísimas que quedaban o habían fallecido o estaban muy enfermas. Y le dije entonces:

-- Y de esos conventos que se cierran, ¿por qué no se hacen cargo nuestras queridas Hermanas de la Cruz, que en esa congregación no faltan nunca vocaciones y hacen una labor admirable donde quiera que están?

Hay conventos donde quedan cuatro o cinco monjas. En Las Mínimas de la calle Pagés del Coro sólo hay cuatro monjas de edad avanzada y una de ellas, enferma. Los grandes conventos sevillanos se mantienen en muchos casos porque han llegado a la comunidad y profesado los votos religiosas procedentes de países del Tercer Mundo, especialmente de África, de Kenia, o de la India. Sí, entras en unos de esos conventos, oyes la maravilla del canto monjil tras la reja del coro, miras, y ves una comunidad multirracial, con muchas hermanas de color. Perdón por la expresión, pero si no fuera por esa "importación de monjas desde el Tercer Mundo" muchos de los que fueron grandes conventos sevillanos estarían ya cerrados. Sólo en Sevilla capital, en los diez últimos años han desaparecido nueve congregaciones, por falta de vocaciones. De vida contemplativa, se han ido las Concepcionistas del Socorro. De vida activa, se han ido las agustinas misioneras de Santa Clara, las dominicas de Santo Domingo y las de la Inmaculada, las misioneras de San José de Cluny (Alcosa) y las franciscanas Hermanitas de los Huérfanos. En cuanto a las órdenes religiosas masculinas, se van ahora los Padres Blancos Misioneros de África, que estaban en el barrio del Porvenir y donde sólo quedaban tres religiosos. Antes se fueron ya los franciscanos de los Sagrados Corazones y otra congregación franciscana. El día menos pensado nos enteramos que cierra el convento de Capuchinos.

No me he preocupado, y es lástima, de apuntarlo, para contarlo a ustedes, pero a todos nos han dicho:

-- Pues en el convento tal quedan cinco monjas, y la más joven tiene 65 años.

Santa Inés sobrevive con una pequeñísima comunidad. Y no hablo de San Leandro, ay, San Leandro, el de las yemas. Como tantos, como Madre de Dios, corre peligro de hundimiento y la comunidad no tiene para acometer las obras. Yo no sé qué ha pasado, pero la gente ya no compra yemas de San Leandro, de las que vivía el convento. Entre que algunos médicos dicen que las yemas son malas para el colesterol y por las dietas bajas en azúcar que casi todo el mundo se automedica para no engordar ni caer en la diabetes, el caso es que cada vez hay menos sevillanos que entran en el compás de San Leandro y se acercan al torno donde los recibe la bienvenida monjil de:

-- ¡Ave María Purísima!

Los conventos apuntalados por ruina, con menos de diez monjas en su comunidad, asfixiados económicamente, son un triste capitulo más de este Gatopardo sevillano de un cambio de época, de mentalidad, de costumbres. Algo habría que hacer desde abajo, desde la sociedad civil, y desde arriba, desde la Junta y el Ayuntamiento, para salvar este tesoro espiritual y monumental de los conventos. ¿Por qué no hacer una oferta de visita a los conventos combinado con la entrada turístuia a la Catedral, como está vinculada la del Salvador? ¿Cuántas hectáreas de la ciudad ocupan estos conventos históricos en riesgo de desaparición, que se mantienen de milagro, donde unas santas mujeres que han consagrado su vida a Dios se dedican a rezar por nosotros, que tanta falta nos hace? Toda Sevilla, si es que sigue siendo Sevilla (que esa es otra), debería lanzar un urgente S.O.S. por nuestros conventos como tantas veces ha hecho Adepa.

 

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