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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de abril de 2020
                               
 

La mejor Semana Santa

Ya he visto el primer nazareno. Iba camino de la Ciudad Jardín. Era de La Milagrosa, como pregonaba bajo los naranjos de Nervión la blanca sarga de su túnica y su verde escapulario.

Acabo de pasar por Sierpes y ya están plegados todos los rótulos de las muestras comerciales, para que no impidan el paso de los palios o de los barcos más altos y voluminosos.

En la Avenida ya han puesto las sillas, están los pasillos abiertos y cerrada la carrera por donde han de pasar las cofradías. Ya Quidiello reina con sus batallones de sillas, ora de tijera, ora de enea, en todo el centro, de La Campana a la Puerta de los Palos.

También en la Avenida, han colocado las vallas que demilitan la trasera de las parcelas y tienen como veladuras rojas de madera que impedir la vista de cuanto está transcurriendo por la carrera oficial y así no se detenga nadie y deje expedito el camino de evacuación.

El Aero Club ya ha puesto las colgaduras rojas que acotan la parcela de sillas para eus socios frente a la Puerta de la Asunción de la Catedral.

Y en la Plaza están completamente terminados los palcos, como esperando que delante del cortejo de La Borriquita venga el piquete de la Guardia Municipal en traje de gala para que dos agentes se queden dando guardia de honor al palco donde tres concejales presiden en nombre de la ciudad.

Y paso por la Cerrajería, y por Cuna, y por Rioja, y por Velázquez, y hay multitud de balcones colgados con su damasco rojo y su galón de oro, clásicos, esperando la palma que mañana ha de venir, bendecida en la misa del Domingo de Ramos.

En La Campana, junto a las pilas de sillas de enea de siempre, ya está dispuesto el Palquillo del Consejo, sólo a falta de que le pongan el teléfono y esas butacas como de consulta antigua de médico que no sé de dónde sacan.

El cruce de O´Donnell con La Campana es un laberinto de vallas y pasillos, anda que no hay que ser listos ni nada para saber por dónde tienes que entrar a la parcelo de tu silla.

He entrado en El Salvador, y ya están perfectos los pasos del Amor, hasta Zaqueo trepando por su palmera. ¿Será este Zaqueo del paso de la Boqrriquita como una versiòn a lo divino de Palmerín verderoncete el del campo del Betis?

Y sin salir del Salvador, y entrando por su Patio de los Naranjos por donde lo he hecho, aprovechando que hoy sábado no hay las colas que se formarán mañana Domingo de Ramos por la mañana, he visto más reluciente que nunca la plata de Cayetano González del paso del Señor de Pasión, el Dios de la Madera, tan perfecto como lo es Dios. En lo que no me he fijado, ahora que caigo, es si el paso de la Virgen de la Merced tiene ya fundida la cera o no, porque las flores sí he visto que aún no las tiene colocadas.

Y me dicen de los barrios, de San Roque, del Porvenir, de San Julián, de Triana, que todo está a punto, con la impaciencia de las vísperas, con la satisfacción de que todo será como siempre ha sido.

Y veo ahora la cara de alegría que trae ese chiquillo con el cartón del capirote nuevo en el antifaz blanco con la cruz de Santiago, que creía que no se lo iban a tener a tiempo en la tienda de la Puerta Carmona , pero que ahí lo lleva, feliz y contento.

Y todo es en el recuerdo. La Semana Santa del recuerdo.

Y leo ahora a San Juan, y resuenan las palabras del Apocalipsis: "Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: "Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y Él será su Dios". Y sueño, en la evocación, en esa nueva Jerusalén en la que este año, aun sin cofradías en la calle, vamos a vivir la mejor Semana Santa posible: la de la memoria, Como si no hubiera pasado nunca el tiempo.

 

 

 

 

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