ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de mayo  de 2020
                               
 

Mausoleo y derribo

Esto nada más que pasa en Sevilla. Por eso Sevilla es Sevilla; si no, sería Sama de Langreo, con todos mis respetos para Sama de Langreo. Han estado muy bien planteados, "dadas las actuales circunstancias", los actos de homenaje al Rey de los Toreros, a Gallito, en el centenario de su muerte. Antes de este centenario de la desgracia de Talavera, apenas nos quedaba la letra imperecedera de Rafael de León cantada por Juanita Reina, "Silencio por un torero": "Y por Gelves viene el río/teñío/con sangre de los Ortega". Con el centenario nos queda, aparte de la recuperación de Joselito el Gallo como codificador del toreo moderno, una serie bastante importante de libros, conferencias, biografías, documentales, exposiciones. Hasta de historias tangenciales de su significado en el Toreo y su sociología, como la recuperación de la memoria de la Plaza Monumental de Sevilla, la que estaba en la avenida de Eduardo Dato y que, con Lissen como socio, levantó Joséo con proyecto del arquitecto Francisco Urcola. Dicen que con dos propósitos: uno, sacarse la espina de su despecho por la predilección de los maestrantes por Juan Belmonte en su plaza del Arenal; y otra, hacer una plaza con mayor capacidad y aforo, para poder rebajar los precios de las entradas y popularizar así aún más la Fiesta. Joselito inventó el quite del bú que rememora Morante de la Puebla como homenaje a Gallito y también inventó las Monumentales, las plazas de gran capacidad, casi como la de los actuales campos de fútbol.

El centenario de Talavera nos ha servido a los sevillanos para conocer en rigurosos estudios la historia de la olvidada Plaza Monumental, que, muerto José, entró en ruina y fue derribada. Ni sabíamos los sevillanos que de la Monumental, frente a la Huerta del Rey, en la esquina de Eduardo Dato con Virgen de Valvanera, nos quedaba en pie una de sus puertas, que se libró del derribo, y en la que con muy buen acierto, se colocó hace poco un azulejo conmemorativo y recordatorio. Se le dio así a las ruinas de la Monumental como el carácter histórico de una Itálica del Toreo y de la importancia de José en todos los ámbitos de la Fiesta, como este de promover las Monumentales, de la que queda la plaza de Pamplona como una miniatura de lo que fue la de Sevilla.

Y en el centenario ha ocurrido, además, algo que, como digo, son las cosas que nada más que pasan en Sevilla. Gallito, como saben, está enterrado en el cementerio de San Fernando. Su mausoleo es la monumental obra genial de Mariano Benlliure que todo el mundo se para a contemplar cuando entra al camposanto y que a mí me gusta comparar con la tumba de Belmonte, que es un simple sobrio prisma de mármol negro. Las funerales flores del centenario, digo yo, podían haberse ofrendado ante la propia tumba de José, donde están sus restos y los de otros miembros de la familia Ortega. Pues no. Que yo sepa, y que me corrijan si estoy equivocado, sólo su Hermandad de la Esperanza Macarena, de la que fue consiliario y protector, y Morante de la Puebla fueron el domingo al cementerio a colocar flores en la tumba de Gallito, ante el impresionante conjunto de Benlliure. En cambio, todo el mundo fue a poner sus coronas, sus flores, sus recuerdos, en esa puerta de los restos de su Plaza Monumental. No me dirán que esto no es sevillanísmo: en vez de ofrendar flores en la propia artística tumba de Benlliure donde descansan los restos de Gallito en el cementerio de San Fernando, en el centenario de su muerte las pusieron en los restos del derribo de su Plaza Monumental. Pero muchas más flores, y de entidades con mucha entidad, si me permiten el retruécano. No faltaron ni los ramos del Partido Popular ni del Sevilla F.C., dicen las crónicas. Sevilla pura. Flores por el Rey de los Toreros no al pie de la tumba de aquel por quien estrenó "lágrimas de verdad la Macarena" de sus mariquillas y de su pluma gallista de Muñoz y Pabón. No una tumba cualquiera, sino una obra antológica de Benlliure. Pues no. Las flores en memoria de José, del Rey de los Toreros reconocido ya así por todos, fueron colocadas en un derribo. ¿Habrá algo más sevillano que Joselito el Gallo? Sí: un derribo.

 

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