ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  21 de mayo  de 2020
                               
 

La burbuja de las residencias de estudiantes

Me lo descubrió hace mucho tiempo el genial pintor Paco Cortijo, cuando vivía en la calle Fernando IV, una de aquellas tardes en las que me invitaba a café con leche condensada, con bastante más leche condensada que café. Chuchón le decimos a esto en Sevilla: goloso. Paco Cortijo, aparte de creador de la escuela de la Estampa Popular y de impulsor del grabado, como en el final de sus días lo fue de la pintura por ordenador, era tan de su tiempo, comunista chapado a la antigua, modelo Anguita o modelo Saborido, que le encantaba observar los cambios y novedades de Sevilla. Me comentó Cortijo una de aquellas tardes de mesa camilla, café y lata de leche condensada por delante:-

-- En Sevilla la gente es muy copiona para los negocios. Primero vino la moda de dar portes con un motocarro. Todo el mundo se compró un motocarro para dar portes y hacer pequeñas mudanzas. Luego vinieron las tiendas de muebles: viendo que iban muy bien, todos pusieron una. Más tarde cambiaron los dormitorios y los tresillos por las cocinas, y empezaron a abrir tiendas de muebles de cocina. Y como esos muebles llevaban electrodomésticos, vino la moda de las tiendas de electrodomésticos, de las que se llenó Sevilla. ¿Y qué pasó? Pues que de tanta tienda de muebles de cocina, quebraron muchas haciéndose la competencia. Y con tanta tienda de electrodomésticos, tuvieron que cerrar, porque ya se habían vendido todas las lavadoras y neveras que había que vender.

Me acuerdo de Paco Cortijo y de su clarividencia sobre las oleadas de moda en la economía sevillana cada vez que veo la pujanza de un sector que está de moda, y que como parece que es un buen negocio, todo el mundo se apunta a esos trenes baratos. Primero pasó con los pisos. Fue la famosa burbuja inmobiliaria, que acabó tan malamente con la crisis de 2008. Luego vino la burbuja turística: venga a abrir hoteles y a poner pisos turísticos. Hasta que ha venido la crisis del Covid y ya ve usted dónde ha ido a parar la burbuja turística, con los hoteles cerrados y los pisos turísticos buscando inquilinos de larga temporada, y ni a soñar a los precios que cuyas cuentas echaron sus promotores. Encantados con las pandillas de japoneses arrastrando maletas de ruedas por toda la Sevilla de aquellos tiempos, ay, de la burbuja turística, de cuyos peligros advertimos algunos: no se puede tener la economía de una ciudad entera, como Sevilla, pendiente en un solo monocultivo. Hay que diversificar los riesgos.

Mas como nadie experimenta en cabeza ajena ni en pinchazo de burbuja económica ajena, ahora, a pesar de la crisis, del paro, del cierre de empresas, de la paralización de la economía, tenemos otra peligrosa burbuja económica sevillana en marcha: las residencias de estudiantes. ¿Va a haber tantos estudiantes de fuera de Sevilla para llenar tantas residencias como se están haciendo? Protestan los defensores de la arquitectura de la Expo del 92 porque el Pabellón de la ONU, obra del arquitecto José Rodríguez Gautier, va a ser derribado para... ¿a que no saben ustedes qué? ¡Poner una residencia de estudiantes! ¿Otra? Otra. Pasas por lo que fue Antares y ves que va hacia arriba la residencia de estudiantes que están construyendo allí. Pasas por La Botella y ves que ya va al menos por la segunda o la tercera planta la residencia de estudiantes que van a hacer en el chalé de la familia Beca, y donde han autorizado una edificabilidad increíble para La Palmera. Y hay más residencias estudiantiles en marcha. Tantas, que ya ni me acuerdo de ellas. Y digo yo: ¿no va a pasar con la burbuja de las residencias de estudiantes como ocurrió con la burbuja inmobiliaria y con la burbuja turística? Mira que si después de abrir tantas residencias de estudiantes resulta que, como se ha impuesto con el confinamiento, los estudiantes de fuera no vienen a clase a Sevilla, "presencialmente", sino que siguen el curso por ordenador desde Osuna o desde Cazalla? Ojalá me equivoque. Es lo que nos faltaba: otro pinchazo gordo en la economía de monocultivo de Sevilla.

 

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