ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  6 de junio  de 2020
                               
 

Velas y Corpus

Cómo estaremos todos de preocupados con la epidemia, con la situación y, lo que es lo más preocupante, con la actuación comunistoide de este Gobierno que nos ha caído en el peor momento, que este año, aunque este jueves es el Corpus, aunque lo que más suene para el 11 de junio sea derbi Betis-Sevilla y la reanudación de la Liga, nadie ha reclamado al Ayuntamiento que instale las velas clásicas que dan sombrita y frescor a las calles del centro. Es más, nadie ha echado en falta que no están ya alzados los palos en la Plaza de San Francisco y empezando a extender sobre ellos las velas que no faltan en grabado antiguo alguno, ni en amarillenta vieja fotografía sobre la procesión eucarística que este año, como tantas tradiciones en la primavera más triste de la Historia, nunca se celebrará.

A estos palos pintados de blanco con su base en azul añil en Cádiz los llaman "los palocorpus". Bueno, pues llegaban los palocorpus a la Plaza de San Francisco y eran lo que a la p`rimavera los primeros hierros de los palcos: el anuncio de la llegada del verano. Luego, con muy buen criterio, desde hace unos años se dejaban esas velas de la Plaza puestas todo el año, como un remanso de frescor que aprovechaban, además, los veladores de los bares dispuestos bajo su sombra. Y en el Andén del Ayuntamiento, otras velas, que daban sombra a toda esa acera de la Plaza Nueva, también durante todo el verano. Pero este año hay en Sevilla, cuando se recorre el centro, con tantos locales cerrados aún por abrir o clausurados para siempre, como un ambiente de tristeza, en el que nadie ha echado de menos las velas, que antes ya habrían sido reclamadas al menos por tres Cartas al Director de ABC. Este año, ni eso. Calor hace toda la que quieran, pero con el centro más muerto que vivo, a pesar de la reactivación que poco a poco va llegando y de los cierres echados en las tiendas, en los bares, en los restaurantes y en los negocios tantos meses clausurados y que afortunadamente se van volviendo a abrir, nadie añora la sombra de las velas. Que las pusieran ya mismo, que viéramos los camiones-escala en Tetuán y Velázquez, en Cerrajería y en Sierpes, sería una reactivación importante y una alegría de que todo vuelve a ser como antes. Bueno, como antes era también esto del retraso en la colocación de las velas, un clásico, que a veces llegaba julio sin que hubiera sombra alguna que dieran.

Con todo esto, nos acercamos a uno de los días del Corpus más raros que puedan imaginarse, en el que nunca habríamos pensado. Cómo será la cosa, que nadie ha mirado en los anulados carteles del abono de los toros que tendría que darse en la plaza del Arenal una novillada, de Fuente Ymbro además, que habrían de matar Curro Durán, Calerito y González-Ecija. A lo mejor esos novillos reseñados para Sevilla son de los que el ganadero ha tenido que mandar sacrificar al matadero, en el descaste que tantos hierros de campanillas han hecho ante la suspensión de la temporada taurina y el desprecio más absoluto del Gobierno por la protección de una Fiesta que es cultura y que da de comer a mucha gente, aparte de los matadores, a los banderilleros, picadores, mozos de espadas, ayudas, chóferes de los coches de cuadrillas que tan mal lo están pasando.

Y con esta como tristeza que hay que Sevilla, más que en el Corpus que no saldrá procesionalmente, sino con el Santísimo bajo palio en procesión interior por últimas naves de la Catedral y bendición final con la Custodia desde la Puerta de la Ascensión, en lo que piensa la gente es en el derbi Betis-Sevilla y en las playas. No se echan de menos las velas dando sombra a las calles de Sevilla, sino las playas del puente del Corpus y si en la Fase 3 de la desescalada hay movilidad interprovincial y podemos o no podemos ir a darnos el chapuzó en Matalascañas o en El Rompido, querido doctor Celso Pareja-Obregón. O será quizá que este año no hacen falta los toldos en las calles porque todos estamos a dos velas. Y más que vamos a estar. Por no hablar de las velas en memoria de los muertos con nombre propio convertidos tristemente en estadísticas, recordados antier en el solemne funeral de la Catedral. Quizá el "Requiem" de Mozart sonaba también por muchas cosas de Sevilla que hemos perdido.

 

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