ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 13 de junio  de 2020
                               
 

Silencios de Nervión

Como todos los santos tienen octava, el Derbi también. Y más este año, que nos hemos quedado incomprensiblemente sin Octava del Corpus y sin baile de los seises ante el Santísimo, en esta extraña Sevilla de la desconocida España de la desescalada. Viendo, y por la tele, como Dios y Sanidad mandan, el Derbi en un estadio Sánchez Pizjuán con todas sus rojas gradas completamente vacías, pensé que, efectivamente, Sevilla es la ciudad de los silencios. Más que a puerta cerrada, el Derbi fue un partido de silencio, sin ruido alguno.

-- ¿Y no felicita usted a los señores del Sevilla por haberlo ganado?

Naturalmente que los felicito, pero déjeme que siga con mi meditación sobre los silencios de Sevilla. Sevilla es la ciudad de los grandes silencios y de los grandes ruidos. Y al mismo tiempo. No creo que en ningún otro lugar del mundo haya una Hermandad del Silencio frente a tanta cofradía bullanguera. El sevillano tiene el arte de mandar a callar con plural mayestático cuando alguien está hablando mucho, y muy alto, y no le deja concentrarse en algo:

-- Vamos a callarnos.

Eso dijo la Liga al decidir dejar sin público el Derbi a puerta cerrada: vamos a callarnos y a dejar jugar a la pelota a estos señores, que está media España pendiente de ellos por la tele. Así fue. Y en la ciudad de los silencios, el Derbi a puerta cerrada inventó uno nuevo: el silencio de Nervión. Aún no es un tópico, como los famosos "silencios de la Maestranza", cuando se hacen para que todos los sentidos estén concentrados en el torero. Silencio de expectación. Y si el torero ha pegado el petardo, luego, tras el arrastre, el más cruel silencio de Sevilla: el de la indiferencia. Eso de "silencio en ambos" que dicen las reseñas taurinas de quien quedó como La Chata, en Sevilla es especialmente cruel. Porque por nuestra afición al silencio, a los toreros ni se les silba, ni se les abuchea. Se les castiga con el silencio de la indiferencia. Que implica, además, el silencio del respeto a todo el que se pone delante de un toro.

El silencio de Nervión fue distinto, por nuevo. Se oían las voces de los jugadores y de los entrenadores como en la plaza de los toros los cascabeles de las mulillas cuando al final del paseíllo se guarda un funeral minuto de silencio por alguien relacionado con el Toreo que ha fallecido. En los silencios de Nervión se oía hasta el sonido de las botas de los jugadores pegando al cuero del balón. Sólo al principio, cuando pusieron por megafonía el Himno del Arrebato se quebró ese ritual silencio, que debe añadirse con todos los honores a los tópicos silencios de Sevilla. El minuto por las víctimas de la epidemia y por aquel Guillermo Campanal, Campanal II, que tenía enamoradas a todas las niñas de Sevilla, fue el más respetuoso silencio funeral que escucharse nunca pudo en ningún campo de fútbol. Y sin aplauso a su término, como es la costumbre.

Para subrayar el silencio de Sevilla siempre hace falta un sonido que lo resalte. Yo por eso creo que deberían haber llevado a Nervión, ya que hablamos de "silencios maestrantes", a la Banda de Tejera. Y situarla en la tribuna, y tocar no de grabación, sino en vivo y en directo, el Himno del Arrebato. Terminado el Himno, el silencio hubiera sido mucho más perceptible. Y lástima que nuestro querido Joaquín no tuviera su día de inspiración currobética, porque si hubiese estado con sus genialidades habituales, la Banda de Tejera podría haberle tocado el pasodoble "Gallito", ya que baja tan bien las manos cuando le pasan un capote para celebrar por verónicas el gol que ha marcado, aunque esta vez quedara inédito con los dos roscos, dos, que nos marcaron. Como habrá partidos en el Villamarín también a puerta cerrada, brindo la idea de la Banda de Tejera, para que se valoren más "los silencios de Heliópolis". Que me imagino también podrán escucharse. Ah, y antes que se me olvide. Lástima que el Derbi empezara a las 10. De haber sido con la ultima luz de día, los vencejos habrían puesto su subrayado a los silencios de Nervión. Que hemos de incorporar ya al catálogo de silencios de Sevilla.

 

 

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