ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 26 de junio  de 2020
                               
 

Vandalizar estatuas

Derribar estatuas es una dichosa modita mundial, dicen que para acabar con el racismo. Pero en Estados Unidos se ha aprovechado la collada para que los antisistema vandalicen también todo lo relacionado con la herencia española que los llevó a la civilización. Y del exterminio de los indios por sus antepasados no dicen nada, claro. Hasta un mapa con las estatuas de Colón que se pueden derribar han llegado a difundir, para dar facilidades a estos ignorantes que no saben que si España hizo algo importante en la América que había descubierto fue incorporar a la civilización a la población indígena, a la que ya Isabel la Católica concedió los mismos derechos que a los españoles de la península. Pero no saben; sólo siguen consignas sin sentido alguno, que son la negación de la Historia. Y algo que está muy de moda: juzgar la antigüedad con los criterios éticos, políticos y morales (el que la tenga) del siglo XXI. A este paso, cualquier día entra la moda de quemar las obras de Platón, por esclavista en la Grecia clásica.

En esta como sublevación mundial contra todos los símbolos, derribando indiscriminadamente estatuas, me inquieta lo de Churchill en Londres. Al que en la II Guerra Mundial paró y venció a los nazis alemanes y evitó que Europa entera cayera bajo la bota dictatorial de Hitler le ponen la pintada de "fascista" en su estatua. Pero lo peor no es eso. Lo más triste es que, para preservar la memoria de Churchill, al que admiramos todos los demócratas del mundo, en Londres lo encierran en un cajón de madera para resguardar su estatua. Ese Churchill metido en un cajón indigna más que las pintadas en el basamento de su estatua. No se merece Churchill siquiera la protección del chalé de Pablo Iglesias en Galapagar, que como seguridad tiene permanentemente en la puerta un patrullero y un piquete de la Guardia Civil. A Churchill se le esconde tras unas maderas, como dando la razón a los que le quieren llamarlo de todo en las pintadas, con craso desconocimiento, como digo, de la Historia. Claro, es una generación que vaya usted a saber la Historia manipulada que le han enseñado y ha aprendido en colegios e institutos.

¿Y Cervantes? A Cervantes, que fue esclavo en Argel, le pintarraquean la estatua de su monumento en el Golden Gate de San Francisco. Como si se hubiera sido un negrero dedicado al tráfico de esclavos. Claro que en Sevilla lo que hacemos con Cervantes es mucho peor. Cervantes tiene un monumento en Sevilla, cierto; pero como de lástima, en Entrecárceles. Y está allí el pobre Cervantes, en un tamaño absolutamente ridículo y lugar poco digno, cerca de la Cárcel Real donde estuvo preso y dicen que concibió "El Quijote", sí, pero rodeado de lo que llaman "mobiliario urbano"; un buzón de Correos, señales de tráfico, papeleras, contenedores de basura... ¿No había un lugar más digno para Cervantes en toda Sevilla? ¿No es, acaso, peor que vandalizar su figura tenerlo en lugar tan innoble?

Pero contra Cervantes hay todavía algo peor que rociar de pintura roja su monumento en San Francisco, como si fuera el de Curro Romero junto a la plaza de los toros, contra el que la tienen tomada los antitaurinos. Peor que vandalizar en California la estatua de Cervantes es lo que ocurre en Cataluña: los niños no pueden estudiar en su lengua, que es la constitucionalmente oficial del Reino de España y la que se habla en toda la América hispana y cada vez más en los Estados Unidos, la que más se estudia en todo el mundo tras el inglés. Que los niños españoles no puedan estudiar en la lengua de Carvantes en Cataluña es peor que pintar de rojo su estatua en California. Que seas un comerciante y te multen si pones el rótulo de tu tienda en la lengua de Cervantes sí que es grave, estando en el Reino de España. Como lo de Fray Junípero Serra. Que en Estados Unidos derriben la escultura de Fray Junípero, apóstol de los indígenas, es indignante. Pero más todavía es que sea vandalizada en Baleares, en su propia tierra. Allí no saben quién era Fray Junípero. Aquí, en Mallorca, bien que lo saben. Como en Cataluña saben perfectamente quién era Cervantes y qué lengua engrandeció. Por eso mismo la prohiben, claro, y no se usa en las escuelas.

 

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