ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 27 de junio  de 2020
                               
 

Un milagro de Mañara

No sé qué pasa en Roma, pero hace décadas que está atascada la causa de beatificación del venerable siervo de Dios don Miguel Mañara y Vicentelo de Leca, fundador del Hospital de la Santa Caridad, que dejó todas sus riquezas y honores mundanos para servir a "nuestros amos y señores los pobres". Y que nos legó dos maravillas: un singularísimo monumento cual la iglesia del Señor San Jorge y su retablo y sus Valdés Leal de las postrimerías, aparte de su riquísimo patrimonio artístico, y la obra social, diríamos hoy, de acoger en su asilo a los desvalidos y ofrecerles la que todos consideran su casa. Dicen que Mañara no es ya santo, como debería, por culpa de la falsa leyenda que lo identifica intencionada y equivocadamente con Don Juan Tenorio. Lo cual, de ser cierto, tendría mucho mayor mérito, en vez de impedimento. Tiene mucho más mérito llegar a santo habiendo sido un granujón, y entregarse luego al prójimo de esa manera, y socorrer a los pobres y desvalidos, y revitalizar una institución como la Hermandad de la Santa Caridad, que se dedicaba a recoger y dar sepultura a los ahogados en el río. Por todo eso, soy muy partidario de Mañara, símbolo de toda una Sevilla, creador de una institución como La Caridad que más nuestra no puede ser.

Donde se ha obrado un prodigio. Para mí, un milagro del Venerable Mañara. Mientras que el virus maldito se cebaba en las residencias de mayores de toda España, donde se han producido miles de fallecimientos de asilados, entre los acogidos en el Hospital de la Caridad no se ha dado un solo caso de Covid. A ninguno lo han tenido que trasladar a un hospital y muchos menos se ha producido un solo fallecimiento entre los beneficiados por la obra de Mañana, cuidados como de su familia y acogidos en su casa por los hermanos de La Caridad. Que Sevilla no conoce. Se visita la iglesia del Señor San Jorge, se admiran sus obras de arte, pero no se sabe lo bien cuidados que están los 80 asilados en La Caridad, en sus habitaciones individuales, con todas las atenciones, asistidos, además, por los "hermanos de mes", muchos de los cuales, aparte de ir a servirles la comida, acuden a algo mucho que agradecen más los acogidos: a darles charlita, a jugar con ellos al dominó o al parchís, a comentar, a ofrecerles compañía y, sobre todo, calor humano. Nos enteramos a veces de personas que fueron mucho en Sevilla, y que, arruinadas o abandonadas por su propia familia, han terminado en La Caridad. Hasta títulos del Reino ha habido entre los asilados, y a veces te dicen el nombre de algún acogido que en su día apaleaba los millones y al que le fueron mal las cosas.

Bueno, pues de todas estas personas que allí viven, muchas ellas de edad más que provecta, a ninguno le ha cogido el virus, ni La Caridad ha sido un moridero, como tantas residencias de mayores de la propia Sevilla, como la de San Juan de Aznalfarache o la de la calle Baltasar Gracián. Los hermanos de la Caridad tuvieron la precaución de aplicar el confinamiento mucho antes de que fuera obligatorio por el Estado de Alarma. Ninguno se ha contagiado. Han preservado como nadie la vida de "sus amos y señores". Mientras tanto se ha hablado de las residencias de ancianos como lugares de abandono ante una muerte segura, el Hospital de la Caridad ha sido un ejemplo, que ahora destaco para hacer justicia a sus hermanos. ¿Un milagro de Don Miguel Mañara? ¿Qué quieren que les diga? Pues yo creo que sí: que el Venerable ha protegido desde allí arriba, "en un abrir y cerrar de ojos", la vida de sus 80 acogidos. A los que, para celebrarlo, uno de ellos, Luis Salado, que fue cochero de caballos durante 40 años, les ha organizado una espléndida iniciativa. En una loable obra de solidaridad, los cocheros de punto de Sevilla han llevado gratis a un grupo de ancianos de La Caridad a darles una vueltecita por Sevilla, que muchos hacía tiempo no veían, como la Plaza de España o el Parque. Sensibilidad de los cocheros se llama la figura. Y milagros del Venerable Mañara que ninguno sufriera nada en la pandemia. En la Congregación para la Causa de los Santos deben en Roma tomar nota de esta victoria de Hermandad de la Santa Caridad sobre la epidemia. A ver si así beatifican pronto a Don Miguel Mañara.

 

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