Sonaron anoche a las 12 desde las cuatro caras de la Giralda, perpetuando la tradición que se inició cuando la reconquista de Antequera. Volverán a sonar hoy a las 9 de la mañana y a las 12, al Ángelus. Pero este año los tradicionales sonidos de las Lágrimas de San Pedro en los clarines de la Banda del Sol sonarán más tristes que nunca. Por lo mucho que recuerdan a los toques de clarín de la plaza del Arenal, dije que con estas calores de San Pedro anunciaban como la salida al ruedo del toro del verano. Este año sonaron anoche a las 12 y volverán hoy, por no salir de las comparaciones taurinas, a aviso en los toros. La comparación puede ser terrible. Tres toques, anoche y hoy a las 9 y a las 12: tres avisos. A Sevilla no le han echado al corral el toro del verano, sino la alegría, la viveza de sus calles, la animación. ¿Ustedes no han visto la tristeza que se palpa en el ambiente a pesar de las terrazas llenas, producida por el miedo al contagio, por el recuerdo de los que se llevó el maldito virus, por el pánico ante los rebrotes, por la situación económica? ¿Cuántas veces ha apagado usted en estos días el televisor, deprimido, porque el alma se le venía a los pies con lo que iba a anunciando el telediario sobre los brotes y rebrotes, los indicadores económicos, lo que decía la OMS, lo que predecía el Banco de España, las cifras de parados o esas terribles inexistentes estadísticas, que nadie cuenta la cantidad de negocios que echaron el cierre obligatoriamente cuando empezó el confinamiento y nunca más volverán a levantar la persiana?
A todo esto, a toda la desgracia de las dos crisis, la sanitaria y la económica, me suenan este año, tan tristes, las Lágrimas de San Pedro. Curiosamente, en vez de darnos alegría, como siempre, por la recuperación de tanta sevillanidad. Sí, tendrían que darnos alegría porque es la primera tradición sevillana que no se ha suspendido desde que comenzó el Estado de Alarma. El que nos dejó una extraña y triste primavera sin cofradías en Semana Santa, sin Feria, sin Rocío, sin procesiones marianas de mayo, hasta sin carráncanos en la salida de Su Divina Majestad con la Sacramental del Sagrario. Sin nada. "Se canta lo que se pierde" y las Lágrimas de San Pedro dan este año la melodía de todo lo que se nos fue y sabe Dios cuándo volverá. Porque sin procesión de la Virgen de los Reyes desde luego que nos quedamos y, si interpretamos bien las palabras del consejero de Salud de la Junta, veremos a ver si el año que viene tienen que volver a suspenderse las estaciones de penitencia en Semana Santa y que no celebrar la Feria más que en el interior de esos sevillanos que, a la vista de tanta desgracia, decidieron poner una como caseta dentro de su casa, con farolillos, pescado frito, rebujito y toda la pesca.
La animosa y sevillanísima Banda del Sol, cuyos clarines, recordando a los del Regimiento de Caballería Sagunto 7 que las tocó hasta 1961, rescató las olvidadas Lágrimas de San Pedro gracias a la iniciativa de Rogelio Gómez Trifón y a la insistencia del Padre Estudillo ante el Cabildo Catedral, ha vuelto a obrar el milagro de conservar algo que creíamos que, como tantas cosas desde el pasado mes de marzo, iba a quedar suspendido. Pero no todo ha sido como siempre. No ha habido ese bando de sus lanceros camino de la Giralda, sino que hoy, con los toques de las 12, rendirán un homenaje a los sanitarios, a la Guardia Civil, a las Policías Nacional y Local, a los bomberos, a las Fuerzas Armadas representadas por la UME. Las Lágrimas de San Pedro serán este año de "nueva normalidad" un funeral recuerdo-homenaje a las víctimas del Covid, a lo que hemos pesado y a la que nos queda por pasar. Y seguro que cuando vean el cortejo de los clarineros y lanceros de la Banda del Sol acompañados por la representación de los justísimamente homenajeados por su lucha cara a cara contra la epidemia, seguro que algún sevillano que a pesar de todos los pesares aún no ha perdido la alegría ni la gracia nuestras de siempre, al ver a los de la UME y a la Guardia Civil, haga suyo aquello de Pilatos y la Semana Santa:
-- Estos señores que han dado tanto la cara frente al coronavirus van ahí porque gracias a ellos no nos hemos quedado sin Lágrimas de San Pedro como nos quedamos sin Semana Santa.
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