ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  21 de julio  de 2020
                               
 

Gorigori por Biri

Como bético, envidio a los sevillistas por cómo han mantenido, mantienen y mantendrán la leyenda de Biri Biri, que acaba de morir a los 72 años en un hospital de Dakar, al no poder superar una intervención quirúrgica. Hablamos de los jugadores de leyenda, y tanto el Betis como el Sevilla los tienen a manojitos en su Historia. Sin salir de Nervión, hace poco se nos fue para siempre el asturiano Campanal, atleta, récord no homologado de los 100 metros lisos. Que era Campanal II, heredero de aquella legendaria Delantera Stuka de López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal, que hasta rimaba y todo, parecía un poema o la letra de un cante. ¿Habremos tenido jugadores de leyenda en el Betis? Desde el "no corro, porque correr es de cobardes" de Rogelio a la leyenda imperecedera de Luis del Sol que sigue alumbrando los atardeceres de triunfo en Heliópolis.

Pero lo de Biri Biri era distinto. Era una leyenda que se ha mantenido en el tiempo, aun a pesar de haber estado tan pocos años en el club. Una leyenda de la Sevilla del fútbol, como la falsa de Araujo y el Gran Poder, la que se repite a pesar de todos los desmentidos. Sé que el Betis tiene mucha más literatura que el Sevilla. Entre otras cosas, porque ha sido el único club que ha tenido como presidente a un torero muerto por una cogida, al que García Lorca dedicó la mejor elegía nunca escrita en lengua española: Ignacio Sánchez Mejías. Y, además, porque en el Betis ha habido, una, digamos, militancia literaria, que va de Joaquín Romero Murube a don Santiago Montoto. El Sevilla parece que no tiene quien le escriba estas leyendas, de ahí que nos tiremos de espontáneos hasta los del otro bando verderón, como hago ahora, y que mis correligionarios me perdonen, para incluir a Biri entre las leyendas hispalenses del Sevilla.

Echo las cuentas y hace 42 años, que se dice pronto, que Biri dejó de jugar en el Sevilla y abandonó la ciudad a la que algunas veces volvió, devolviéndole el cariño que le profesó Sevilla a este gambiano que llegó en la temporada 1973-1974, procedente del Boldklubben 1901 danés, cuando el Sevilla (muy a la bética por cierto) estaba en el que llaman "pozo de la Segunda". Del que salió en gran parte gracias a este negrito del África tropical, como el de la canción del Cola Cao ahora políticamente incorrecta. El Sevilla salió de ese pozo de la Segunda, un logro para el que Biri Biri fue clave con sus catorce goles en la 1974-75. En total, el ex delantero gambiano disputó 109 encuentros oficiales con la camiseta blanca, en los que marcó 34 goles. Es interesante la leyenda de Biri por esto. Porque el gambiano militó solamente cinco años en el equipo hispalense, hasta 1978, pues estuvo un año sin jugar por un problema de mejora de contrato. Pero pronto se convirtió en el ídolo del sevillismo y le dio su nombre al colectivo de seguidores ubicado en el Gol Norte del Sánchez-Pizjuán. Es curioso comprobar cómo tantos años después hablamos de "los biris" en un club donde perfectamente podrían existir "los campanales", "los araujos", "los arzas" o "los puertas".

Biri fue leyenda en Sevilla porque fue adoptado por la ciudad. ¿Porque tenía compás? Evidentemente. Y porque levantaba el compás en las gradas, como nos ha recordado Monchi: "Con el biri biri biri, con el biri biri va. Con el biri biri biri, con el biri biri vaaaa. Las palmas y los tambores ya no dejan de sonar, las palmas y los tambores ya no dejan de sonar..." La de Biri fue una africanidad sevillanizada. Y cuando se marchó, igual que había sido aquí un ídolo, lo fue en su país, donde llegó a ser ministro de Deportes tras dejar el fútbol.

¿Habrá habido jugadores extranjeros en los equipos sevillanos en su siglo de existencia? A porrillo. Pero ninguno dejó la huella y la leyenda de Biri, por su simpatía y lo que ahora llaman "empatía" con la afición. Del mito y leyenda de Biri, me quedo con la hospitalidad de Sevilla, ciudad nada xenófoba ni racista, que acoge a quienes le demuestran su cariño de todo el mundo, desde Pepe el Escocés a Biri y los convierte en sus propios símbolos. Biri es un símbolo de Sevilla y del Sevilla. Y no quiero terminar esta glosa de su leyenda con aquello "non sancto" que, sobrado de gracia, decía el muy sevillista José Antonio Blázquez: "Es que Biri tiene aquello que dijimos como una cocacola tamaño familiar"...

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