Publicado el 19 de octubre de 1979
"Seguro que un día Caro Romero me trae una primera edición de Luis Cernuda robada del Ateneo y comprada en el Jueves"
Joaquín Caro Romero, mensajero de la fama, poeta de pies alados, mercurio de las esquinas de la calle Feria, suele practicar una devoción de bibliófilo que me intriga. Se dedica a comprar libros con dedicatorias de sus autores. Así me he enterado del desmantelamiento de muchas grandes bibliotecas sevillanas, la de Adriano del Valle, la de Miguel García Bravo Ferrer, o de pequeñas, personales, humildes bibliotecas, como la de Luis Joaquín Pedregal, espadaña y novena de Sevilla, rumor de cabildo de oficiales, caja de yemas del torno de San Leandro y butacón del patio del Mercantil. Mueren los sevillanos ilustres y sus descendientes hacen almoneda de sus libros, de sus papeles, de sus recuerdos. El otro día escuché un relato impresionante al doctor García Otero.
—He comprado setenta y dos apuntes de Romero Ressendi, hechos sobre papeles personales, al dorso de facturas. Mira, uno de ellos está magníficamente dibujado por detrás de una factura de Mantequerías Leonesas, donde le decían que se pasara por allí a pagar, que debía no sé cuánto...
Sevilla. En otro lugar, Romero Ressendi ya tendría un museo. Aquí andan vendiendo en almoneda sus recuerdos más personales. Un día un anticuario te trae el libro de oro de firmas del Hotel Alfonso XIII, que lo tendrá que traer, porque a la nueva empresa no se lo han entregado. Otro día te ofrecen comprar la biblioteca, qué te digo yo, de Antonia Díaz o de Lamarque Novoa enterita. O sale ese río de oro cultural que se está yendo de Sevilla, la marcha a Madrid y a los Estados Unidos de nuestras malvendidas bibliotecas. Cada vez que voy a Washington me gusta recalar en la Biblioteca del Congreso, a buscar el más raro libro sevillano, el que aquí no hay quien encuentre. Este verano la prueba del nueve la hice con el libro de Simón de la Rosa sobre los seises.
— ¿Y lo tenían?
— ¿Cómo si lo tenían? Si allí tienen hasta los libros de Daniel Pineda Novo ilustrados por Antonio Adelardo, que los he visto yo en el fichero con estas gafas Indo que un día venderán en cualquier anticuario o en el mercadillo de la Alameda...
Todas nuestras mejores bibliotecas están en América. ¿Qué va a ser de la biblioteca de Don Santiago Montoto?¿Por qué no ha sido declarada ya monumento local, como en Madrid hicieron con la de Marañón? ¿Dónde fue la biblioteca de T'Sarclaes, dónde los libros de la corte de los Montpensier?
Pero no hay que meterse tan profundo. Hay preguntas más sencillas: ¿cuántos libros han sido robados de la Biblioteca del Ateneo? ¿Cuántos libros han sido robados de la Colombina? ¿Cuántos de la Sociedad Económica de Amigos del País, hasta que ha caído en las buenas manos actuales?
Seguro que un día Caro Romero me trae una primera edición de Luis Cernuda robada del Ateneo y comprada en el Jueves. Porque el otro día me trajo un libro mío, el de las cofradías, dedicado por mí a un señor importante, que fue hermano mayor y presidente de esas cosas que Sevilla exige para ser alguien. Que conste que no regalo libros, sino que la gente los compra, así que no me quejo que hagan almoneda de mis regalos. Ni me importa que el libro fuera mío. Me importa cómo se desangra el cuerpo vivo de la cultura de Sevilla sobre los mostradores de libreros de viejo, sobre los puestecillos del Jueves o de la Alameda.
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