ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de diciembre  de 2020
                               
 

Bendita sea tu Pureza

Quisiera que hoy este artículo no estuviera escrito con letras y tinta, sino compuesto por azulejos de Triana, como los que en la portada de la capilla de la Pura y Limpia del Postigo, bajo de la espadaña de la solitaria campanita y de las dos jarras de azucenas como miniaturas de Giralda que escoltan a su cruz de forja, proclaman y rezan: "Bendita sea tu Pureza". En Sevilla, Inmaculada se pronuncia Purísima. Y me gustaría aprovechar las presentes atribuladas jornadas en las que pronto vamos a llevar un año de dolor, para rezar por todos y por todo a la Purísima sevillanísima. Convertir el artículo en una oración a la Virgen que da nombre a la calle Larga de Triana, o que vemos en la Madrugada, tan hermosa, entre azahares de novia, bajo palio de plateada crestería, o recortada en el cielo del celeste de su divisa en el monumento de la Plaza del Triunfo que recuerda a quienes defendieron este Dogma que tan hondo caló en nuestro pueblo.

Quisiera hacerlo con la más sevillana de las oraciones populares concepcionistas. La décima devota que rezamos todos desde niños: "Bendita sea tu Pureza/ y eternamente lo sea,/ pues todo un Dios se recrea/en tan graciosa belleza./A ti, Celestial Princesa,/Virgen sagrada María,/yo te ofrezco en este día/ alma, vida y corazón./¡Mírame con compasión!/¡No me dejes, Madre mía!". Y en un "amén" que es una renovación de la proclamación del Dogma de la Inmaculada, le suele poner Sevilla el estrambote de un verso más a esta décima. Que no es un verso suelto, sino agarradísimo a la devoción popular, como una media verónica torera: "Por tu Pura Concepción". ¡Qué cosa más de aquí este añadido al "Bendita Sea Tu Pureza"! En nuestra aritmética loca que multiplica por dos al fundador de la ciudad en Los Hércules de la Alameda, y donde los seises son diez, las décimas concepcionistas tienen once versos. ¡Pues naturalmente! Es como si Sevilla hubiera comprado esa décima en la freiduría de la tradición y le hubiera dicho al dependiente: "Pónmela, bien despachaíta, hijo mío".

¿A quién le añadió Sevilla este verso? Pues a un fraile franciscano del que nadie habla. Esta décima, como sus coetáneas Coplas de Miguel Cid ("Todo el mundo en general"), tiene autor y fecha: 1640. El autor, el franciscano Fray Antonio Panes, nacido en Granada en 1621 y muerto en Torrent (Valencia) en 1676. Panes fue un fraile de extraordinaria cultura y virtud. En 1640, estando en el convento de Priego de Córdoba, compuso y colocó al pie de la imagen de la Inmaculada esta célebre décima. Que al cabo del tiempo los sevillanos comprobamos que no estaba rematada. Ya saben la definición estética de Rafael el Gallo: "Perfecto es lo que está bien arrematao". Y Sevilla, en la aritmética que se vuelve loca con la Purísima y hace que los seises sean diez, arremató lo que se le olvidó poner a su autor. Y como con una media verónica a lo divino, inventó la décima de once versos: "¡Por tu Pura Concepción!".

 

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