Tan complicado no tiene que ser hacer bien las cosas. Aunque las más sencillas parezcan las más difíciles. No he visto que se haya aplaudido, y desde aquí lo hago, la sabia medida de dar las campanadas de la Nochevieja en la Puerta del Sol sin público alguno en la plaza. ¿No se juegan los partidos de Liga sin público? ¿Dejan por ello de marcarse goles? Pues si los partidos se juegan sin público y No Passssa Nada, igual habrá de ocurrir cuando sea el 31 de diciembre y a las 12 de la noche dé las campanadas del Año Nuevo el viejo Reloj de Gobernación, el que daba la hora en el Parte de Radio Nacional de obligatoria retransmisión por todas las emisoras. Así no habrá el menor problema de inspección de mascarillas obligatorias, de separación entre personas, de aforo máximo, de confinamiento perimetral, de salvoconductos y nada digo de allegados. El tiempo que huye irreparable es el único allegado que tendrá acceso libre a la Puerta del Sol.
Ojalá todas las medidas que se han tomado contra los contagios hubieran sido tan difícilmente sencillas de adoptar y, sobre todo de cumplir, que estas campanadas. ¿Cómo las llamamos, en el nuevo lenguaje de la pandemia? ¿"Campanadas no presenciales"? ¿"Telecampanadas"? El viejo reloj de las doce uvas es como si hubiera fichado una exclusiva por todas las televisiones. Será el protagonista máximo, salvo las estrellas y estrellitas que las televisiones contratan como presentadoras de la función desde algún balcón de la acera opuesta a la Real Casa de Correos.
Lo que más me gusta de cómo serán las campanadas es que nos evitaremos tener que contemplar el gamberreo anual de la Puerta del Sol en Nochevieja, la gente haciendo el ridículo con los cuernos de reno y los gorros de Papa Noel, el otro esparciendo el cava en plan manguera de riego como si fuera un piloto de Fórmula 1 tras ocupar el podio de la victoria. ¿Usted conoce a alguien que alguna vez estuviese en la Puerta del Sol para tomar las uvas a pie de campanada? Yo, la verdad, es que no las conozco. Y no sólo en la Puerta del Sol, sino en las imitaciones provinciales la gente con las doce para las doce al pie del reloj del Ayuntamiento. ¿De dónde salía esta gente? A la Puerta del Sol se iba a tomar las uvas y a hacer el gamberro, mientras enfocaban las cámaras de televisión. ¿Se imaginan la que se habría liado esta Nochevieja de tener libre acceso en la plaza? Por cierto, la misma Puerta del Sol de las tiendas de campaña de los "indignados" de 11-M de 2011. ¿Tomó Pablo Iglesias en la Puerta del Sol las uvas de la suerte en la Puerta del Sol antes de aquella acampada del 11 de mayo? Si fue sí, le dieron bastante suerte. La suerte de convertir una tienda de campaña de Quechua en una vicepresidencia del Gobierno en La Moncloa, con un presidente bailando al son que toca. Lástima que en la Puerta del Sol no hubieran tratado a los del 11-M como a las campanadas de esta Nochevieja y no hubiera habido allí un alma.
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