ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  16 de febrero  de 2021
                               
 

Una reliquia de Heliópolis

Fue en una de las remodelaciones que hicieron en el campo del Betis después que fuera declarado sede oficial en el Mundial de Fútbol de 1982. No recuerdo ahora bien cuál, de tantas que hicieron hasta no dejar rastro de lo que fue el Stadium de la Exposición Iberoamericana de 1929: si cuando derribaron Gol Sur, si cuando Gol Norte, si cuando la tribuna que da a La Palmera. El caso es que las máquinas de derribar andaban tirando lo que fue el templo de la afición en los tiempos duros y en los de gloria, y eran muchos los béticos que se acercaban para el que los antiguos llamaban "el jubileo de la pestaña". O sea, a novelerear y a darle al ojo, al tiempo que me imagino a echar por dentro una lagrimita en recuerdo de tantas tardes de gloria y de sufrimiento en aquellas gradas que las máquinas y las piquetas derribaban.

Fui uno de los que acudieron a ver el derribo, que inauguraba tiempos mejores para el club, aunque no estuve entre los que, como recuerdo, se llevaron un trozo de escombro, de un asiento, un roto cemento gris que por dentro era sentimentalmente verde y blanco. Y contemplando aquella concentración de nostálgicos estaba cuando de pronto se paró junto a mí un motorista, con un casco que lo hacía irreconocible. Esos que piensas que van divinamente equipados para dar un atraco en una gasolinera y nadie los reconozca. Paró la moto, apagó el motor, se quitó el casco y me di la alegría que comprobar que era don José Rodríguez de la Borbolla y Camoyán, no recuerdo si aún presidente de la Junta o ya sencillamente un socialista raso, caballerazo de la política por libre y sin cargo. Traía en el transportín de su moto de gran cilindrada, muy bien amarrado y estibado, un gran trozo de cemento de lo que fue antes del derribo el templo del campo de nuestro Glorioso. Señalándome el trozo del derribo que a la moto amarrado llevaba, me dijo algo así como:

-- Esto hay que conservarlo como una pieza de la historia de nuestro Betis.

Me ha acordado de aquella historia de la reliquia de Heliópolis cuando he leído que Don José, vulgo Pepote, ha donado al Centro de Estudios Andaluces, gratis et amore, su valioso e histórico archivo personal y político, compuesto por más de 76.000 páginas y documentos de su etapa como presidente de la Junta (1984-1990) y de años anteriores y posteriores. Cosa rara. Igual que somos poco dados a escribir nuestras memorias, los españoles somos también poco aficionados a guardar papeles personales, y muchos valiosos documentos y cartas han sido destruidos como "papeles viejos". Esta excepción de la donación honra a Borbolla. El Archivo Borbolla será ahora digitalizado y puesto a disposición de los investigadores. Enhorabuena, don José. Ahora, que me queda una duda terrible: no quiero ni pensar que aquella reliquia del campo de nuestro Betis Augusto no haya formado parte del legado del archivo histórico de Borbolla. Para mí que es la pieza más importante de los 76.000 documentos. Porque es la historia de la memoria de muchos corazones verdes y blancos.

 

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