ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 28 de mrrzo  de 2021
                               
 

Matar las lenguas muertas

En los planes de enseñanza están volviendo a matar a las llamadas "lenguas muertas", el Latín y el Griego, vivas raíces de nuestra cultura y civilización. Y en el primero de los casos, origen de nuestra hermosa lengua española. La Sociedad Española de Estudios Clásicos, dedicada a difundir el estudio de estas lenguas, ha hecho una encuesta en institutos de Sevilla que arroja datos sobre el peligroso retroceso experimentado en los últimos años por esas materias "curriculares", como se dice. Uno de los más significativos es que por encima del 95 por ciento de los centros no imparte cultura clásica en 4º de ESO. La cifra, que oscila según curso y llega hasta el 99 por ciento en 1º y 2º de ESO, se complementa con otras que reflejan la caída de estas materias. El 33 por ciento de los centros ha suprimido en este curso la enseñanza del Griego, es decir, uno de cada tres institutos.

El Latín y el Griego, que hace años tenían un importante peso en la educación, y que en el caso de Latín estudiaban incluso los alumnos que en el Bachillerato escogían la rama de Ciencias, han ido retrocediendo en la importancia que debían darle los responsables políticos de nuestra enseñanza. Y su estudio se ha unificado. El 69 por ciento de los institutos tienen en un único departamento de Latín y Griego. El 18 por ciento, ni siquiera tiene departamento, el 17 por ciento lo tiene de Latín y no hay ningún centro con departamento específico de Griego. Además, el tiempo que se dedica también va bajando ya que el 42 por ciento sólo dedica una hora a esta materia, el 39 por ciento dos, el 11 por ciento 3 horas y un 8 por ciento ninguna.

Bueno, no sé por qué se quejan de lo que ocurre con las lenguas clásicas en los institutos y centros de enseñanza secundaria, si esto ha llegado hasta la Iglesia. ¿Usted sabía que en los seminarios los futuros sacerdotes apenas estudian un solo curso de Latín? Claro, desde que Juan XXIII, "sin consultar con la Unesco", como decía Santiago Amón, suprimió el Latín como lengua litúrgica y dio paso a los idiomas vernáculos, ya ni los curas saben latín. Aunque fuese aquel latín eclesiástico que despreciaban los latinistas. Ya no hay cura que sepa decir la misa en latín, como se mantiene afortunadamente en el Vaticano, como una reliquia que da gusto seguir cuando retransmiten desde San Pedro alguna liturgia solemne por televisión.

Lo más dañino para la cultura es que esta decadencia de la enseñanza del Latín coincide en los planes de enseñanza con la supresión de la Religión y cuanto culturalmente significa. Los estudiantes no sólo desconocen la cultura clásica grecorromana, sino los principios de la Religión. ¿Quién lo sufre? Pues de momento la Historia del Arte. Los estudiantes no sabrán nada de la iconografía de la mitología clásica o la fe religiosa. En un museo, al ver un cuadro, un estudiante no sabrá quién esa Venus que nace entre espumas o ese Vulcano que está el hombre en su fragua. Como tampoco sabrán quién es ese matrimonio que con un niño de pecho huye a Egipto, o esa guapa moza que Murillo pintó con un manto celeste. Ya sólo saben latín los toros de Miura.

 

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