Otro año más sin que al acercarse las cuatro de la tarde empiece a bullir la Puerta del Arenal, llenos los veladores y la barra del Bar Ventura con los apresurados café y copita antes de los toros.
Otro año más sin que por Paseo Colón, despacito, vengan los aficionados que viven en Los Remedios, con su bolsa del Cortinglés en la mano, donde traen las almohadillas.
Otro año más sin que por la calle Adriano, desde el Hotel Colón o el Bécquer venga una furgoneta de toreros, y digan: "Ese es el cochecuadrillas de Pablo Aguado".
Otro año más sin que los alrededores de la plaza se llenen de puestos de pictolines, pìpas y botellines de agua mineral puestos a refrescar con nieve en un cubo.
Otro año más sin que haya doble fila de gente en el mostrador del Bar Taquilla esperando el café con empujones, porque a todos les parece que van tarde.
Otro año más sin los puestos de reproducciones malísimas de antiguos carteles ante las verjas de la plaza por el Paseo Colón.
Otro año más sin el embotellamiento de coches de caballos que vienen de la Feria y que con los autobuses y los coches forman un tapón con cascabeles ante el Teatro de la Maestranza.
Otro año más sin esos guiris que con su localidad en la mano te preguntan en la esquina de la calle Iris por dónde está la puerta número 12 de la plaza.
Otro año más sin los puestos de almohadillas de un solo uso, con sus rayas rojas y color albero.
Otro año más sin que al entrar por la calle Circo desde Adriano, un buen aficionado se acerque al cartel allí fijado, sobre el que ponen cada día la hojilla oficial de la Junta con los pesos de los toros y con las reses que han sido rechazadas en el reconocimiento.
Otro año más sin el camión de las carnes ocupando media calle Circo.
Otro año más sin los ansiosos de fotos que aunque vayan al tendido 6 entran por la Puerta del Príncipe, a ver si hoy hay suerte y los sacan mañana retratados en el periódico.
Otro año más sin los de Madrid tomándose el último güisqui en la barra de Puerta Grande.
Otro año más sin los músicos de la Banda de Tejera llegando con sus enfundados instrumentos a la puerta 9 para coger la escalera que va a la grada.
Otro año más sin los alumnos de las escuelas taurinas repartiendo el programa oficial cuando ya has entrado a la puerta de tu localidad.
Otro año más sin todo el viejo sabor taurino, irrepetible, único, sevillanísimo, del Arenal, de la calle Adriano, del Paseo Colón, de la calle Antonia Díaz, en las horas previas de las tardes grandes de toros.
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