ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  21 de abril  de 2021
                               
 

Del armón al Land Rover

Al venerable Miguel Mañara, fundador del Hospital de la Santa Caridad de Sevilla y protector y mecenas de Valdés Leal, le fue dado contemplar su propio entierro como aviso de arrepentimiento por su mala vida. Lo del Duque de Edimburgo, sin conversión y sin una vida descarriada, ha sido mucho más prodigioso: le ha sido dada la oportunidad de diseñar su propio entierro. ¿Entierro de diseño? Sí, ¿por qué no? Si ya todo es de diseño, ¿por qué no ha hacerlo de su propio entierro el consorte de la Reina de Inglaterra, un hombre que en toda su vida demostró su buen gusto?

Los ingleses hacen estas cosas como nadie. Hasta los entierros de diseño. Aquí tendemos a la opereta, y me acuerdo ahora del entierro de Tierno Galván, en un viejo coche fúnebre de caballos con gualdrapas negras, como de un museo del carruaje o de unos estudios de cine especializados en raros atrezzos para las películas históricas, con una escenografía me perece recordar que dirigió Pilar Miró, como el rodaje de una cinta de época. Lo de Tierno Galván fue ridículo con sus caballos con plumeros negros, y el entierro del Duque de Edimburgo, en cambio, ha sido un espectáculo de sobria solemnidad, de sencillez impresionante. Como sólo los ingleses saben hacer estas cosas. Por eso allí la Corona aguanta todos los embates de los años horribles, de los casos de renuncias, y nadie osa poner en duda la utilidad de la Institución, a la que todos, sean de la ideología que fueren, le tienen un respeto de siglos.

Fue en España dificilísimo, por no decir imposible, salvo el que tuviera la BBC por satélite, seguir en directo y en su totalidad esta sobria solemnidad. En los informativos, todo se redujo a la anécdota de si unos hermanos se hablaban o no con el tío. Vamos, como si fuera un serial de tres al cuarto sobre Rociíto o Miguel Bosé; a eso lo reducimos todo aquí, y así nos va.

No me sorprendió que desde el Castillo de Windson a la capilla de San Jorge el cuerpo del Duque de Edimburgo fuera llevado en un Land Rover militar diseñado por él mismo hace mucho tiempo. Al fin y al cabo, era la actualización del tradicional armón de Artillería de los entierros solemnes. La puesta al día de un vehículo militar de campaña como transporte funerario. Ese muy británico Land Rover militar, el todo terreno más famoso junto al Jeep el Ejército americano, había sido adaptado como armón sin caballos para el Duque de Edimburgo. Pero no por eso fue menor la solemnidad que la sobriedad, en una ceremonia que tenía que haber sido retransmitida en España, para que aprendamos estas cosas que dan magia y prestigio a la Institución. Land Rover por cierto que me recordó que cuando el entierro de Franco, terminada la ceremonia en la Plaza de Oriente, sus restos fueron llevados de prisa y corriendo, de cualquier manera, al Valle de los Caídos sobre la batea de un camión militar. Aquí, claro, todos querían quitarse el muerto en encima cuanto antes.

 

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