ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  23 de abril  de 2021
                               
 

La Campana, alfa y omega

Siempre me llamó la atención en las dualidades sevillanas que La Campana fueran dos. Una, esa amplia plaza del antiguo centro y pulso de Sevilla, donde se unen Sierpes, Martín Villa, O´Donnell, Alfonso XII y El Duque. Otra, la confitería centenaria, "proveedores de la Real Casa". Cuentan que La Campana, ambas, se llama así por una que había en tal sitio, que tocaba a rebato cuando había un incendio. Si no es verdadero, es hermoso. Y La Campana es uno de los sitios privilegiados de la carrera oficial, su comienzo. Como las buenas localidades de figuroneo bajaron en la plaza de los toros de los palcos de sombra a las barreras, así también en la carrera oficial se operó un cambio social importante. Antes el sitio privilegiado, el de lucimiento, eran los palcos de la Plaza de San Francisco. Ahora el sitio importante, el de lucimiento de las cofradías, el de una sola chicotá con dos marchas, el de las grandes saetas, es La Campana. Allí paran todos los pasos ante el palquillo del Consejo, como antes los volvían a la presidencia de la ciudad en los palcos de la Plaza.

Pero lo que no ha cambiado ha sido la confitería, que en los comienzos de la Cuaresma nos anuncia los días grandes con su escaparate de nazarenitos de tela para rellenar de caramelos o bombones. Cuya historia nos cuenta don Rafael Molina Cano: "Fue don Rafael González, propietario del edificio "La Casa sin Balcones" de O'Donnell, el inventor de estos nazarenos. Sevillano, cofrade, hermano del Silencio, fallecido hace ya unos años. Hace ya 40 años que, siendo mi persona portador del Cirio Votivo en la cofradía del Silencio en la Madrugada, tuvo la gentileza y generosidad de regalarme uno de esos nazarenos llevando tan singular insignia, que conservo con todo cariño en una vitrina en casa, como símbolo de la eterna amistad que nos unía." La centenaria Confitería La Campana está en entendidas manos de la cuarta generación de la familia Hernández. Aunque se da como fecha de fundación 1885, hay viejos papeles que demuestran una antigüedades superior. La fundó don Antonio Hernández Moreno, al volver de Filipinas, hace 136 años. Y cuando en los cuadrantes del horario de las cofradías vemos "Campana" no sabemos si se refieren al palquilllo o al escaparate de los nazarenitos, en el alfa de la carrera oficial.

Ahora, como una media verónica de una serie de lances sevillanísimos bien dados, va a ser también el omega de la carrera, frente a la Puerta de San Miguel, en el local de la esquina frente a Correos, conocido como "La Ibense" por haberlo inaugurado el emprendedor sanluqueño Carlos Bornay en 1981, pero que en el barrio seguimos a veces conociendo como "el Bar Correos", por la recordable cervecería de Ángel Balparda. Son las (pocas) cosas buenas que nos está trayendo la presente y temible crisis sanitaria y económica. Que la carrera oficial empece y termine ahora en La Campana (confitería) sí que es una curiosa dualidad sevillana. Esquina a Correos, tendrá todos los veladores del mundo, no como los que les quitaron. Habrá que hacer un homenaje al velador, valedor y salvador de la hostelera fuente al cierre y a la crisis.

 

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