Es muy cautelosa y responsable y por tanto digna de aplauso, la postura del Cabildo Catedral, que en vísperas del peligroso "¡mascarillas fuera!" de mañana ha dicho: "La Virgen de los Reyes no saldrá a la calle el próximo 15 de agosto, salvo que se produzca un cambio imprevisto en la situación sanitaria. La procesión de la Patrona se suspenderá casi con total seguridad por segundo año consecutivo a causa de la pandemia". Para muchos será un jarro de agua fría, porque ya se las prometían felices con un paso en la calle, pero la decisión es todo un ejemplo de cordura y responsabilidad ante esta locura de creer que los peligros han pasado que seguro se producirá a partir de mañana con la precipitada y demagógica decisión del Gobierno de Sánchez, sin cogobernanza que valga, sin oír a las autonomías, entre otras a Andalucía, autorizando a ir por la calle sin mascarilla. La decisión del Cabildo Catedral encierra su buena dosis de valentía, porque en Sevilla hay muchas ganas de pasos en la calle. Muchos friquis tienen "mono" de cofradías, e incluso hablaban ya de que se lo iban a quitar a fecha fija, el 15 de agosto, con la procesión de la Patrona. Como se anuncian ya con fecha fija otros pasos en la calle, para contento de insensatos que creen que con la orden del Ministerio de Sanidad de ir sin mascarilla ya se ha ido el virus. ¿Cuántas veces han dicho que han vencido al virus? Y lo que les faltaba ahora era darles argumentos con los maravillosos porcentajes de población vacunada, en los que Andalucía ocupa un lugar muy destacado, porque la Consejería de Salud, de los "culillos" a esta parte, lo está haciendo muy bien, y ahí tienen la reapertura del devastado Hospital Militar, que está como si no hubiera sido abandonado a los saqueadores por los anteriores irresponsables de la Junta.
Que la Virgen de los Reyes salga mientras haya peligro de contagio es una temeridad. No se olvide que es Patrona de la Archidiócesis, y que su procesión atrae a Sevilla a peregrinos de toda la provincia, especialmente del Aljarafe, ya que muchas parroquias incluso organizan marchas nocturnas de jóvenes de los pueblos para venir a pedirle a la Virgen las tres gracias de la tradición. No es lo mismo un acto al que sólo vaya público de la capital, y con aforo limitado, que una procesión que atrae a media provincia, incluidos los pueblos donde mayor incidencia de los contagios y las hospitalizaciones se dan. Sacar a la Virgen de los Reyes es tentar al diablo por la cantidad de fieles de los pueblos que vendrían. Y, además, ¿quién es el guapo que hace guardar la llamada "distancia social" de metro y medio en la bulla de un paso, un tambor y una corneta en la calle, ante los que el sevillano se vuelve loquito? Es como lo de los aviones. Los aviones vienen llenos a Sevilla, asiento con asiento, sin guardar metro y medio de separación alguna entre pasajeros. Una temeridad, por mucho PCR que exijan. Que tampoco sería cosa de pedirlo para ir a ver a la Virgen de los Reyes entre el olor de siglos, ay, de los nardos del amanecer de agosto.
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