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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  26 de junio  de 2021
                               
 

Botellines a morro

No sé si le ha ocurrido a usted, ya que es algo cada vez más frecuente. ¿No le ha pasado que ha entrado a un bar o cualquier establecimiento de hostelería, ha pedido un botellín de cerveza o de agua mineral y el camarero le haya puesto sobre la barra (si la hubiere por razones sanitarias) o sobre la mesa del velador la botella pelada y mondada, sin más vaso ni más nada, para que se la tome, como es la moda, a morro? Tienes que decirle:-

--¿Me da un vaso, por favor?

Como "el perro de San Roque", recargando mucho las erres, ¡qué horror de morro! La hostelería se salvará o no se salvará tras la crisis, levantará cabeza (ojalá) o cerrará para siempre, pero lo que cada día impera más es beber a morro de la botella. Según mis cuentas y recuerdos, la moda entró en España con la cerveza mexicana Corona, que decían que lo elegante y propio era tomarla sin vaso, a morro, con una rodaja de limón puesta en el gollete que había de introducir dentro de la botella. Pero ya parece que no solamente la cerveza mexicana es la que pega tomarla a morro. Si se fijan en los anuncios de televisión, cada vez son más los de cerveza o cualquier otra bebida que hacen la propaganda con unos chavales tomándoselos a morro. Desde luego que cómodo para quien las sirve sí debe de ser, porque así no tienen que lavar los vasos y más con el costo de la máquina friegaplatos tras la subida de las tarifas eléctricas, aunque les hayan rebajado el IVA del 21 por ciento al 10 por ciento. Que dicen los entendidos que no es el 10 por ciento, sino el 10 por cuento, para que nos creamos que nos hacen el gran favor, cuando han hecho cambiarnos las costumbres para poner la lavadora a partir de las 12 de la noche, por mucho ruido que a deshoras arme el centrifugado en casa de los vecinos cuando están descansando.

En la moda de beber a morro hay algo que me desespera, que es cuando en una reunión política, bien sea en una mesa de consejo o consejillo o en la tribuna de oradores de un ámbito de soberanía popular, los que están exponiendo lo que sea cogen su botellín de agua y se lo zampan a morro. En el Congreso de los Diputados sí sale un bedel muy bien uniformado (mejor vestido que el orador, por supuesto) que sirve un vaso de agua. Pero en salones de plenos municipales, vemos cómo nuestros concejales cogen el botellín de agua y se lo zampan, bien haciendo una pausa en su propia intervención, bien escuchando a un compañero de su partido o de la oposición. No hay nada más chocante que un concejal bebiendo agua a morro de un botellín en un pleno municipal. No por nada, sino por respeto a la ciudad y a sus vecinos, lo hayan botado o no.

Hasta tal punto se está prodigando el morreo de la botella que ya te toman por un bicho raro en algunos sitios si pides ese vaso que no te trajeron. Y en el ejemplo del pleno municipal que ha puesto, fíjense, que en muchos ayuntamientos están los botellines junto al escaño de cada concejal, sin más vaso ni más nada. La educación está en trance de extinción en muchos lugares, es una especie en peligro.

 

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