ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 28 de septiembre  de 2021
                               
 

Mollete y kilowatio

El "luz, más luz" de Goethe lo estamos cambiando todos a la fuerza, por culpa de la escalada (que eso sí que es una escalada, y no las medidas contra en covid) del precio del kilowatio-hora, en el que, como en la medalla del amor, hoy te cobro más que ayer, pero menos que mañana. El "luz, más luz" lo estamos cambiando a la fuerza por el "menos luz, menos luz". Andamos todos como cuentan que hace la Reina Isabel II de Inglaterra para ahorrar: que va personalmente apagando luces por los salones de Buckingham. Todos somos un poco Reina de Inglaterra apagando luces y pegando broncas a quien se las dejó encendidas: "Te has dejado encendida la luz del cuarto de baño y cuando venga la factura de Endesa ya verás". Parece que somos insensibles al aumento del precio del kilowatio-hora, que ahí sí que se podía colgar medallas olímpicas Sánchez, si consiguiera que el Gobierno detuviese este récord diario del precio de la luz. Y peor que dicen que se va a poner como Argelia se ponga farruca y no deje utilizar el gasoducto que nos surte a través de Marruecos. Pero el precio de la luz influye en nuestras vidas y en nuestros presupuestos familiares. Ya no nos fiamos de aquello que decían al principio que a partir de las 12 de la noche se podía poner la lavadora, que te costaba menos. Será menos que ayer, pero costar, bien que cuesta.

Esta influencia del kilowatio-hora en nuestra vida cotidiana la he sentido en el mollete del desayuno. Ya saben: de todos los tipos de piezas de pan, hay dos que nos gustan especialmente a los sevillanos, la andaluza y el mollete. "Mollete de Antequera" lo llaman. Pero no creo yo que Antequera tenga capacidad de hornear molletes para dar de desayunar a Sevilla, en casa o en eso que nos gusta tanto, en la calle, en el bar donde te lo ponen con lo que quieras, con aceite, con pringá, con jamón, con tomate, con manteca colorá, con tropezones.

A mí me surtía de molletes calentitos maravillosos para el desayuno en casa con aceite de primera presión Nacho, el dueño de "La Fantasía", una tienda de barrio donde venden la prensa del día, anunciada por las tres letras de ABC en el toldo, golosinas, agua mineral, casi de todo. En su pequeño horno eléctrico, Nacho ponía a punto de maravilla los molletes precocidos que le traían, no sé si de Polvillo o de cualquier otra gran panificadora. Estaban aquellos molletes deliciosos, crujientes, como pidiendo a gritos el color verdecito del buen aceite y su mijita, muy poca, de azúcar. Pero el otro día fui a que Nacho me diera los molletes que le había reservado el día anterior y en vez de los suyos de siempre, maravillosos, me dio una bolsa de plástico que traía cinco molletes y el nombre (querido) de El Viso del Alcor. ¿Y sus molletes propios? Me lo explicó: ya no existen. Con la subida de la luz, no le salen las cuentas y ha tenido que apagar para siempre su horno eléctrico donde hacía maravillas calentitas con las piezas precocidas. Ahora son impersdonales y fríos molletes de serie en una bolsa de plástico. ¡Maldito kilowatio-hora, que me ha dejado sin mis molletes calentitos para el aceite maravilloso que me regalan los amigos!

 

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