ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 29 de septiembre  de 2021
                               
 

Turismo de volcanes

Como Reyes Maroto es ministra de Industria, Comercio y Turismo, se tomó al pie de la letra el ejercicio de las competencias de su triministerio en cuantito el volcán de Cumbre Vieja de La Palma empezó a soltar lava y a correr sus ríos incandescentes ladera abajo, entre explosiones, luminarias y satánico olor a azufre. Es un "espectáculo maravilloso", dijo, "un reclamo que podemos aprovechar en la oferta turística". No tuvo en cuenta la tragedia humana, los cientos de palmeros que se habían quedado absolutamente sin nada, las hectáreas perdidas para la agricultura y la habitabilidad, los desalojados de sus casas. Morbo se llama la figura, que luego trató de remediar acordándose del dolor, el sufrimiento, la desesperación, la inquietud de las víctimas.

Las lamentables palabras de la ministra Reyes Maroto (y el de la moto) me recordaron lo que comentó en Sevilla, viendo un programa televisivo de sucesos, aquel gran especialista en el barroco de ambas orillas y cronista oficial de la ciudad de México, Guillermo Tovar de Teresa: "Hay verdaderos traficantes de desgracias ajenas". En torno al volcán de Cumbre Vieja se ha extendido la actividad de estos traficantes, que adoptan la actitud vomitiva de hacer abstracción de los sentimientos humanos de los perjudicados y del daño material irreparable a la Isla Bonita para deleitarse en la contemplación de la luminosa y explosiva causa de tanta desgracia. Incluso en las televisiones observo una cierta inclinación a este morbo en la desgracia: no es en tal caso "turismo de volcanes", sino "reality show de volcanes". ¿Cuántas veces hemos visto ya cómo el río de lava desplomaba la casa verde? ¿Ha pensado alguien en el dolor que esa escena producirá a los que eran los dueños de esa casa de la que ya no existe ni el suelo? ¿Y el campanario de la iglesia de San Pío en la parroquia de Todoque de Los Llanos de Ariadne? ¿Cuántas veces hemos visto ya, sin necesidad de "turismo de volcanes", el hundimiento de esa torre, que los propios vecinos construyeron y en cuyo templo se habían casado muchos o bautizado sus hijos? Entre la casa verde y la torre de San Pío tienen ración doble los amantes del morbo. Los traficantes de desgracias ajenas, como decía Guillermo Tovar.

Hasta que cerraron el aeropuerto por la ceniza que expulsaba el volcán, los vuelos al aeropuerto de Santa Cruz de La Palma llegaban llenos de turistas, con sus cámaras, para hacerse la foto con el volcán ardiente al fondo. Llenos los barcos que unen a la isla con las otras del archipiélago. ¿Qué pasa aquí? ¿Cómo nadie ha tomado medidas contra esta aberración y esta falta de conmiseración por los que están sufriendo las consecuencias de la catástrofe natural? Me ha recordado todo cuando Cuba se puso de moda como destino del "turismo sexual". O a esas famosillas de quinta que acuden a los países del Tercer Mundo para hacerse fotos con los niños del hambre y la miseria y vender luego la exclusiva del viaje a una revista y vean lo solidarias que son. Así, ay, es el género humano: disfruta con el morbo de la desgracia. Como dijo el otro, tantas desgracias tenemos que ya sólo falta que nos invadan los marcianos.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio