ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  13 de octubre  de 2021
                               
 

Exterminio animal

No hay que ser muy mal pensado para deducir que, en el fondo, la Ley de Protección y Derechos de los Animales que se empieza a tramitar en las Cortes no tiene otra finalidad que acabar con la Fiesta de los toros. Con el habitual argumento del maltrato animal que esgrimen los antitaurinos y los enemigos de la Fiesta; y me refiero a los que están fuera, no a los interiores, que los tiene. Y por la razón que nadie dice y todo el mundo sabe: porque los toros son un símbolo de la España histórica y constitucional que quieren destruir. Ya es un signo que la Tauromaquia reciba el mismo nombre que la fecha que ayer celebramos con la vuelta del desfile de las Fuerzas Armadas a la Castellana: la Fiesta Nacional.

No sé si esa proyectada ley, tan descabellada, saldrá adelante o se quedará en el sueño de los justos de una ponencia o una comisión, pero aparte de ridícula e innecesaria está muy alejada de la realidad. Toda la fuerza legal se va contra los propietarios de mascotas, como si quien adopta a un gato o un perro no supiera las obligaciones que contrae con su cuidado. Especialmente los perros. Quien adopta a un perro, sabe que se obliga a sacar a pasearlo todos los días para haga por ahí sus necesidades. Los gatos son distintos. Los gatos, independientes, rebeldes, como un monumento a la Libertad que son, se las pueden valer por sí mismos si tienes que ausentarte y los dejas unos días en casa solos. Con tal de que les dejes comida y agua suficientes, ellos mismos van a su cajón de arena a hacer sus defecaciones y miccciones y bien que se encargan de taparlos luego. Por puro instinto, pues creen que están todavía en un territorio hostil donde un animal depredador puede hallarlos por el rastro de sus excrementos y se aseguran con su insistente tapado con la arena que nadie los va a descubrir.

En la proyectada ley hay un precepto maravilloso que ojalá se lleve a cabo: quieren prohibir la venta de animales en las tiendas de mascotas y artículos veterinarios. Me parece espléndido, mientras estén llenas de animales abandonados las perreras municipales, a las que ahora les han puesto el nombre de "zoosanitarios". ¿A qué gastarse el dinero en comprar un perro o un gato en una tienda de veterinaria, si en los zoosanitarios o en las protectoras hay cientos de entrañables animales abandonados, con ojos de pena, que los miras y te dan ganas de llevártelos todos a tu casa para librarlos de esa condena a la que la comodidad de los humanos los condujo? Mejor que comprar un carísimo perro de raza para presumir es recoger en un refugio animal a un chucho abandonado, al que le espera la muerte si no lo adoptan pronto.

Porque de esto me imagino que no habla la ley, pero muchos zoosanitarios municipales son como un Auschwitz o un Dachau animal, campos de exterminio, donde espera a perros y gatos abandonados la cámara de gas si no los adoptan. Tal como suena. Ahí, ahí es donde debería insistir la ley, en acabar con el auténtico maltrato animal que perros y gatos, sobre todo gatos, reciben en los zoosanitarios municipales.

 

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