ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  30 de octubre  de 2021
                               
 

Brexit sin copa de balón

A España parece que la ha mirado un tuerto. Volcán de La Palma aparte, no sólo tenemos encima todavía el coronavirus que no se acaba de ir, aunque muchos lo den por vencido, sino que como si estuviéramos en "los años del hambre" de la postguerra, empiezan a escasear las cosas. Por ejemplo, lo de los chips. Aseguran que faltan para la industria automovilística, la que mueve nuestras exportaciones y nuestro PIB. Dicen que es cosa de los chinos. Con la de artículos que se encuentran, de todo, en las tiendas de los chinos, los chinos de la gran China, desde la gran tienda de su país, cada vez más dueño del mundo, han dejado de mandar los chips que hacen faltan no sólo para fabricar coches, sino para todo tipo de aparatos y archiperres. Y del mismo modo, aseguran que faltan materiales de construcción. Y muchas materias primas. Mientras los precios suben y suben. Del precio de la luz, ni les hablo. Ya habrán leído que hay fábricas que han cerrado temporalmente porque con el aumento de la factura de la electricidad no les salían las cuentas. Y si eso son las grandes fábricas, ni les cuento del pequeño comercio o la hostelería. Tener enchufada la máquina de café es un lujo. Los hosteleros que se estaban reponiendo tras el palo de los meses cerrados obligatoriamente en los estados de alarma, sufren ahora el palo del aumento del precio de la luz. Y, mientras, el Gobierno diciendo que no va a haber inflación y que todo va a ser color de rosa cuando se derogue la reforma laboral de Rajoy.

Pero lo más sorprendente de este panorama de apocalipsis sin caballos es que la gente no está preocupada como débía por ese apagón que dicen que podemos sufrir de un momento a otro. Ni porque Argelia haya cerrado el tubo que nos traía el gas hasta Tarifa a través de Marruecos. ¿Mira que si encima de todas estas carencias nos encontramos una mañana con que no hay gas para el agua caliente de la ducha? Nada de esto preocupa al personal, que desde que se levantó la veda de las restricciones por la pandemia lo único que quiere es echarse a la calle, llenar las terrazas, ir de bares de copas. Lo que preocupa es que el Brexit haya afectado a las importaciones para la copa de balón, y faltan ginebra inglesa y güisqui escocés porque no llega a España el suministro de las principales marcas por el atasco en el comercio internacional por la crisis en el transporte de mercancías cuyo origen está en Reino Unido, donde no hay camioneros suficientes.

Para muchos es una tragedia que no haya ginebra inglesa y güisqui escocés por culpa del Brexit, que escaseen o hayan pegado un subidón de precios. Son los que piden, siempre en copa de balón, un gin-tonic con la ginebra de determinada marca y la tónica también rara y carita. Les trae sin cuidado el problema de la electricidad, sus precios y su suministro, el gas o lo de los chips para la industria o los materiales de construcción. Para ellos el rejonazo gordo es no tener su copa de balón con su bebida inglesa preferida. ¡Con la buena ginebra bidestilada que hacen en el Marco de Jerez!

 

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