ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  5 de diciembre  de 2021
                               
 

El Código QR

Veíamos que en muchos lugares había un cuadradito que era como un hormiguero, lleno de puntitos, y no sabíamos qué era eso. Hasta que, a la fuerza ahorcan, descubrimos que era el Código QR para leer textos a través de un visor del teléfono móvil. Yo, la verdad, me había quedado en el código de barras de los tarros del yogur, y ni sabía que ese como hormiguero cuadrado se llamaba Código QR y mucho menos que contenía información que te aparecía en el teléfono móvil. Como ocurre con la burocracia digital, aquí se da pòr supuesto que todo el mundo tiene teléfono móvil inteligente que hace hasta café, y que cualquiera es capaz de andar como Pedro por su casa por las nuevas tecnologías, cuando no se respeta a quien por su edad o por su situación económica no se maneja con esos instrumentos, imprescindibles en la vida moderna, con ese nuevo dogma que dice para cualquier necesidad cotidiana:

-- Eso te bajas la aplicación de Internet.

Con la pandemia dichosa, dependemos mucho más que nunca de los malditos códigos QR. Quien no se haya "bajado la aplicación" porque su teléfono móvil prehistórico, de los que sólo servían para llamar y hablar, no se lo permite, o porque no le da la gana, apenas puede andar por el mundo. Mientras el Gobierno mira para otra parte y con la coartada de la cogobernanza se inhibe en dar una norma nacional contra el virus y deja que cada autonomía cargue con el mochuelo de levantar o poner las restricciones contra la pandemia y los tribunales autonómicos se pronuncian cada uno en un sentido distinto, dependemos del código QR del Pasaporte Covid, que te dice si te has vacunado o no, y cuántas veces, y si con Pfizer o con Moderna. Más que la exigencia del Pasaporte Covid para entrar en locales de ocio nocturno o en restaurantes, los tribunales también tenían que decir algo a favor de los que no tienen teléfono móvil y no pueden descargarse ese dichoso documento con su Código QR milagroso que te franquea las puertas.

Y nada digo del Código QR en los restaurantes. Como no tengas un teléfono lector de códigos QR, te quedas sin comer, porque no puedes ver la carta. ¿Tantos virus puede transmitir una carta de restaurante como para que estén prohibidas y en su lugar te pongan en la mesa un cartón o una pegatina con el Código QR? Con lo fácil que es imprimir por amba caras un folio de un solo uso... Si no tienes instalado en el teléfono el programa que lee estos cuadros de puntitos, no puedes ver la carta del restaurante, o quedas a expensas de lo que verbalmente quiera ofrecerte el metre, sin saber lo que te va a costar el plato, además. Con tantas restricciones ya levantadas, ¿por qué siguen en Código QR las cartas de los restaurantes? Es como lo de las servilletas. Al cabo de los meses de estados de alarma y restricciones me he enterado por qué era tan difícil que en un bar te pusieran una servilleta de papel, el clásico servilletero. Lo prohibían las normas anticovid. ¡Vaya contradicción! Los campos de fútbol llenos hasta completar aforo y nosotros sin poder leer la carta del restaurante como no seamos sumisos súbditos del todopoderoso y maldito Código QR...

 

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