ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  26 de diciembre  de 2021
                               
 

Temeridad con carrozas y campanadas

Cada vez que han repetido lo de la obligatoriedad de "Mascarilla en Exteriores" me ha sonado al Ministerio. Como podían haber dicho "Mascarilla en Educación" o "Mascarilla en Justicia". Ahora mascarillas no, ahora mascarillas sí: es la margarita que deshoja Sánchez sin dejarla, inhibiéndose, a la cogobernanza de las autonomías. En cuya teleconferencia de presidentes (sin Falcon), entre sus muchas habituales mentiras coló una en la que nadie ha reparado. Dijo que el año pasado hubo Cabalgatas de Reyes Magos y que este año las habrá también. No, mire usted, Mister Falcon: el año pasado no hubo Cabalgatas de Reyes Magos en muchísimas ciudades. Y las que hubo eran estáticas; estaban las carrozas de los Reyes Magos quietas y paradas, y pasaban los niños guardando las distancias obligadas del metro y medio a la que tanta referencia hizo en esa teleconferencia, junto con lo de las mascarillas y las vacunas.

Esto de que tengas 17 Pascuas distintas, 17, lleva a estos absurdos. A estas temeridades. ¿Pero cómo puede decirse que a los niños no se les puede dejar sin Cabalgatas? ¿Y a los mayores sí se les puede dejar sin discoteca del llamado "ocio nocturno"? ¿Precisamente a los niños que todavía están en lista de espera de vacunación? ¿Quién va a asegurar que se guarda la distancia de seguridad cuando se acerquen los Reyes Magos tirando caramelos? Siendo como dicen tan peligrosos los niños a efectos de contagio, ¿quién asegura la seguridad de esas concentraciones?

Es curiosa esta incoherencia máxima del Gobierno que no promulgó esa solicitada Ley de Pandemia para igualar los remedios del mismo modo en un territorio nacional que tiene todos los mismos riesgos. Dicen por un lado que se eviten las aglomeraciones como fuente de contagios, pero por otro se fomentan. ¿Cómo es que no han prohibido las iluminaciones municipales navideñas y sus atractivos, donde la gente acude como las mariposas a las velas, formándose las aglomeraciones peligrosísimas, por mucha mascarilla en exteriores que se lleve, donde no hay quien guarde distancia de seguridad alguna? Ah, porque los ayuntamientos no son la Fiel Hostelería que ha cargado con el mochuelo de las restricciones a costa de su ruina. Porque esas luces están puestas por los ayuntamientos. Y sea del color que fuere el partido que los gobierna, mantener esas iluminaciones que atraen a la gente son una temeridad. Como lo es mantener las campanadas de Nochevieja en las plazas principales de ciudades y pueblos. Como, insisto, mantener las Cabalgatas de Reyes. En este caso no se trata de economía o salud. Prohibir las Cabalgataso las campanadas de Nochevieja no supone ningún daño irreparable a nuestra maltrecha economía, como sí lo son las restricciones de aforo y horario al comercio, a los bares, a los restaurantes. No hay Policía Local suficiente para evitar las lógicas concentraciones de las iluminaciones y las cabalgatas. Ni hay una conciencia cívica para quedarse con los hijos o los nietos lejos de la bulla de las luces, las carrozas y los caramelos. Veremos después de las Pascuas de Navidad y Reyes y de la Nochevieja cómo está el Señor Ómicron de crecido. Ojalá me equivoque, pero Melchor puede arrojar a los niños y a los mayores no caramelos, sino virus.

 

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