ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  25 de marzo  de 2022
                               
 

Evocación de la Plaza Nueva

El poema del olvidado Juan Antonio Cavestany me lo ha evocado: "Plaza Nueva, Plaza Nueva,/plaza vieja para mí". Y para todos los sevillanos. La dualidad de siempre. "Nueva", ¿por qué? Por oposición a la vieja plaza de San Francisco, cuando esta nueva se abrió tras el derribo en los comedios del siglo XIX del convento de la Casa Grande, del que casi apenas quedan en pie la capilla de San Onofre, que tantos desconocen, embutida en la acera de la Telefónica dentro de las construcciones que se levantaron al ordenar la plaza, y que es de las pocas edificaciones isabelinas primitivas que quedan.

No sabíamos que la Plaza Nueva tenía su caído. Tiros sí hubo en ella en julio de 1936, para la toma por los sublevados contra el Frente Popular de los centros de poder que había en ella, como el Ayuntamiento; o vitales en las comunicaciones, como la Telefónica; o el Gobierno Civil, que estaba en la calle Madrid, detrás del Hotel Inglaterra, atravesado por los disparos de Artillería de los asaltantes. Algunos historiadores llamaron a este enfrentamiento "la batalla de la Plaza Nueva". Lo que me parece mucho llamar. Y no hubo, que yo haya leído, ningún muerto entre ambos bandos contendientes, entre la tropa que llegaba de los cuarteles sublevados y la Guardia de Asalto y las fuerzas leales a la República que la defendían. Pero ahora nos hemos enterado que, por la lluvia y el mármol resbaladizo del suelo la decoración central de la Plaza, hubo un peatón que murió al caerse. Y que para evitarlo en el futuro, Urbanismo ha modificado ese mármol del suelo, aplicándole un "microaburbujado", que lo ha hecho rugoso y agarradizo frente a los pellejazos que te podías pegar con la lluvia y que costaron la vida a ese peatón que se cayó por esta causa.

La Plaza Nueva ha cambiado tanto como el modelo de ciudad de la que era eje principal. Plaza mayor. Hasta sus comercios han cambiado, excepto decanos como el Hotel Inglaterra, heredero de la Fonda de Inglaterra fundacional. Sí, era una plaza de hoteles, donde estaban el Márquez y el Cecil Oriente, donde por cierto se vistió Curro Romero la tarde que debutó en Sevilla como novillero. Una plaza que en un tiempo fue una "milla de oro" del comercio de lujo, a modo de lo mejor de la calle Serrano, del que ya apenas quedan Loewe y la Joyería Shaw. Otro tiempo fue bancaria. Y en su esquina con Tetuán estaban el Café Hernal de un lado y La Perla del otro. Sí, era la plaza mayor de una Sevilla provinciana que ya no existe, terminal e intercambiador de tranvías y autobuses urbanos, y se nos ha quedado como algo impersonal. Ya apenas hay niños que jueguen allí por las tardes, como aparecen en las fotos de la hemeroteca de Gelán, con los soldados rondando a las criadas que los llevan. Quedan los naranjos, las farolas. Ah, y dos monumentos, dos. Uno, el gran monumento a San Fernando. Otro, desconocido, el monumento al Real Betis Balompié, cuyo escudo reprodujeron en chinos lavados los albañiles que hicieron la parte central del suelo de mármol ahora "microaburbujeado" contra los resbalones por lluvia. Pero la Plaza Nueva, la vieja plaza, aguanta todo lo que le echen. Vieja plaza para todos.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio