ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de abril  de 2022
                               
 

El primer nazareno

Todos volvemos a ser niños al ver el primer nazareno. Hasta nos dan ganas de pedirle un caramelo. No sabemos dónde lo vamos a encontrar, ni de qué esquina va a salir, ni qué túnica llevará. Pero tenemos la certeza de que este hecho sentimental y nostálgico va a ocurrir necesariamente cuando menos lo esperemos:

--¡ Mira, papá, el primer nazareno!

Antes de que existieran las cofradías de vísperas, el primer nazareno que veíamos el Domingo de Ramos era indefectiblemente de túnica blanca, de La Paz, de La Cena. Veíamos al primer nazareno cuando todavía no había terminado la mañana de las palmas, de las ramitas de olivo en la solapas o de las cintas con los colores de las cofradías en cuya mesa petitoria con las mujeres de los oficiales de la junta se había dejado una limosna; la mañana de Sevilla en que hasta la Giralda parece que pone nueva su palma de bronce.

Pero ahora hemos ganado dos días a la impaciencia del primer nazareno. Por eso será hoy, Viernes de Dolores, primero de los dos días de cofradías de vísperas en los barrios, cuando veamos el primer nazareno. La incógnita del primer nazareno. No sabemos de qué color será la primera túnica que veamos, el primer capirote. Si blanca y morada de Pino Montano; si azul y blanca de La Misión de Heliópolis; si blanca y morada del Dulce Nombre de Bellavista; si ruán y esparto de Pasión y Muerte; si morada casi negra del Cristo de la Corona del Sagrario. Da igual. El primer nazareno nos parece el mismo todos los años. ¿De qué calle vendrá, por qué otras tirará para ir al templo de su cofradía? ¿Qué edad tiene este primer nazareno? Siglos. ¿No es el mismo primer nazareno que veíamos cuando estábamos de niños correteando en la "rampla" del Salvador y bajábamos del ruidoso tablero para pedirle un caramelo? Ni estas emociones tienen edad ni estos nazarenos cambian, para mí que son los mismos de todos los años, por los que no ha pasado el tiempo, que despiertan las mismas emociones desde hace generaciones.

Este año el primer nazareno es especial, no tiene nada que ver con todos los que nos hemos encontrado en el primer día de Semana Santa de nuestras vidas. Hace tres años que no vemos un nazareno por las calles de Sevilla. Por eso hoy el primer nazareno merece que le demos un homenaje. Que será una forma de dárnoslo nosotros mismos, de reafirmarnos en nuestra fe en Sevilla, en su Pasión, en sus cofradías, en sus tradiciones. Ese primer nazareno que veremos hoy después de tres años sin cofradías es para tocarle las palmas, aunque no sea todavía Domingo de Ramos y de olivos, para felicitarlo. Para darle un homenaje. O, como se estila ahora, para hacernos una foto con él desde el teléfono móvil y mandárse a un ser querido. Los sevillanos que van de nazarenos en las cofradías de vísperas de hoy deben de salir de sus casas más temprano que otras veces, pasar por muchas calles, impartir muchas alegrías de que todo vuelve a ser como siempre. Deben saber que serán el primer nazareno que vean en su vida muchos niños, así que repartid muchos caramelos. Hoy deben elegir el camino más largo para llenar la ciudad de esperanza en lo mejor de ella misma.

 

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