ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  10 de mayo  de 2022
                               
 

Mayo de cruces

Con esta Feria de Abril completamente metida en el mes siguiente, no se están viendo en este mayo todavía los pasitos de las cruces de los chavales por las calles. Otros años, por estas fechas, escuchabas en casa un tambor muy desafinado intentando marcar un compás parecido al de las bandas de Semana Santa, te asomabas al balcón, y no había duda: eran los niños y zagalones del barrio que habían sacado su cruz de mayo, tan sevillana, como una miniatura de cofradía. Ya saben, porque lo vieron cien veces: una mesa de la cocina, cubierta por un mantel pedido a la madre, y con una Cruz sobre un inexistente calvario. Ah, y lo más enternecedor: dos niños metidos debajo de la mesa, haciendo de costaleros, y otro delante, el que se daba más importancia, el capataz, mandando movimientos escuchados muchas tardes en tantas tardes de cofradías.

Quizá esto de que el comienzo de mayo lo haya protagonizado la Feria ha hecho quizá que se retrasen las cruces de los niños. No pierdo la esperanza de que de aquí a fin de mes las volvamos a ver por nuestros barrios. O incluso las digamos "mayores" y serias, organizadas muchas de ellas por las propias cofradías. Pero extraña que en esta Sevilla donde cada vez tienen más importancia las cofradías, y donde todos morimos por verlas y por vivirlas, a pesar de las bullas y de las vallas del Cecep, disminuya la afición infantil por sacar cruces de mayo, por ir en ellas de costalero, o portando una insignia improvisada con una barra de cortina y un trozo de tela. Cándidas cruces en las que alguna vez hasta hubo concursos organizados por el Ayuntamiento, para premiar a las de más mérito, que solían estar organizadas no por niños, sino por mayores que les marcaban las pautas. Se perdía así el encanto de la priostía enternecedora de los niños armando su cruz de mayo.

Pero las que más en falta se echan todavía desde hace ya años son las otras cruces de mayo de Sevilla: las fiestas que se organizaban en los patios, ora en los de las casas acomodadas, ora en los de las de vecinos. Cruces que tenían mucho de romería estática, con sus bailes de sevillanas y su tapeo y copeo, o de Feria para uso de los propios vecinos del corral o de los dueños de la casa y sus invitados. Aún recuerdo la maravillosa Cruz de Mayo que el recordado Eduardo Osborne y su mujer Pachi Bores organizaban en su casa de la calle Santa Teresa. Tan clásica que bajo la cruz de flores no faltaba ni la simbólica y tradicional salvilla de metal donde los visitantes depositaban una propina para ayudar a costear la fiesta y la decoración. Estas cruces de mayo dieron origen a un sentimental pasodoble, tristísimo en la alegría, que escribió Salvador Valverde, el de "Ojos verdes", y puso música Font de Anta, el de "Amargura": "Cruz de mayo sevillana". Fue popularísimo antes de la guerra civil, y su tristeza es como un símbolo del final de sus autores y del sino de España: "Cruz de Mayo sevillana,/ Cruz de Mayo/que en mi patio levanté,/quién pudiera verte ahora,/como la primera vez,/ Cruz de Mayo sevillana". Font fue fusilado en el Madrid republicano y Valverde se tuvo que exiliar a la Argentina.

 

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