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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 15 de junio  de 2022
                               
 

Evovación de una víspera

En Sevilla, ciudad de vísperas, la de este anochecer de junio es una de las más hermosas e íntimas de cuantas vivimos. Es o era. Ahora no lo sé. ¿Existe ya aquella ciudad que evocamos en la víspera del Corpus, con los escaparates de los comercios tradicionales de la carrera que a la mañana siguiente ha de recorrer la Custodia, adornados con motivos eucarísticos? ¿Existe esa calle Francos que ahora recuerdo, con aquellos comercios de siempre, con los largos balcones de Peyré colgados y luminarias en sus esquinas? ¿Existen aquellas tiendas donde las señoras echaban la mañana, preguntando a su dependiente de cámara si había llegado ya aquella tela desde Barcelona? Como Jorge Manrique he de preguntarme, ¿qué se hizo de aquella calle Francos de la ortopedia en la esquina de la calle San Isidoro, y de las corseterías por lo fino que ponían sus escaparates con imágenes del Niño Jesús vestido de seise, con espigas y uvas eucarísticas, presagio del romero y la juncia que en pocas horas, en cuanto llegara el amanecer, iban a alfombrar el suelo, llenando de olores unos balcones todavía habitados por familias que vivían en el centro, los que se llenaban en Semana Santa al paso de las cofradías que iban camino de la Plaza del Pan o de la Cuesta del Rosario y que ahora es una ciudad de balcones cerrados?

¿Y la calle Sierpes de la víspera del Corpus que evoco? ¿Existe o es ya como otra calle cualquiera de otra ciudad, sin las escopetas de Los Eibarreses en el escaparate, sin las cristaleras de Los Corales, sin las antigüedades de Segundo, sin la plata de la Joyería Ruiz? ¿Estarán hoy Las Cuatro Esquinas de San José de Casa Calvillo tal como permanecen en nuestro recuerdo y marca la hora de su reloj? ¿Y La Cerrajería? Yo no está aquella mercería que se llamaba "La Feria de Sevilla" y que tenía en su muestra un cristal pintado con una escena del Real? Ni los anuncios rimados de los comestibles en Los Tres Leones. Ya no encuentro más que en la memoria la tienda de artículos de mimbre, la relojería moderna frente a la puerta falsa de Ochoa? ¿Y Cuna? ¿Es la calle Cuna aquella que recorríamos deteniéndonos en sus escaparates, en sus balcones colgados, en sus fachadas engalanadas, mucha tela de rojo damasco, mucho galón de oro, muchos ramilletes de espigas y racimos de uvas en agraz?

Esta noche, quizá, en el hermoso rito y cada vez más concurrido rito de pasear las calles que mañana ha de recorrer la procesión del Corpus, veamos más altares que nunca instalados por las hermandades, pero también más balcones vacíos, en una ciudad que cada vez se parece menos a sí misma. Esta noche vamos a pasear algunos por un sueño de Sevilla, por la evocación de una ciudad que echaba sus mejores galas por el balcón en la víspera del Corpus, que se ponía más antigua y provinciana para recibir al Santísimo, cuando dijo el poeta que llega el verano y Dios se echa a Cuerpo a la calle, en estas vísperas del verano y de velas de azotea a azotea contra la calor. Benditas vísperas del Corpus, con concierto bajo los toldos de la Plaza, esperando a la gótica imagen gloriosa de la Virgen de la Hiniesta. Que no se pierda esta Sevilla de la víspera del Corpus. Aunque paseemos admirando escaparates adornados y balcones colgados por una ciudad de altares efímeros que ya no existe.

 

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