ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  15 de julio  de 2022
                               
 

Esta calor como antigua

Nunca mejor dicho lo de "vino nuevo en viejos odres". En las redes sociales me he encontrado un reclamo de la bodega Casa Morales que dice: "Tenemos de todo para combatir el calor y la caló de Sevilla también". Y de pronto he evocado el verano en la vieja bodega de la calle de la Mar esquina a la calle de la Mosca. (Traduzco: García de Vinuesa esquina a Cristóbal de Castillejo.) Porque hace una calor como antigua, de la que no hay que escandalizarse. Eso de pasar los 42 grados en Sevilla no es nada nuevo, ni llegar a los 45. Es la calor de toda la vida. Lo que ocurre es que quizá antes los sevillanos tenían más resistencia contra estas altas temperaturas. Con las que en el muelle se descargaban a brazo los barcos. No había aire acondicionado, pero sí mucha cultura del calor, que consistía fundamentalmente en cerrar toda la casa durante el día y abrirla luego al atardecer. La oscuridad de esos bajos húmedos de Sevilla era el mejor remedio contra el calor. O las velas de las calles, tan antiguas como los barcos de los que procedían. Y el ventilador. La estrella era el ventilador, lo máximo a lo que se llegaba. O los pocos cines en los que con la película se anunciaba su "refrigeración sistema Carrier". En algunos cines, como en el Coliseo España, ponían sobre el caluroso paño de las butacas asientos de rejilla de rafia para poder estar más fresquitos.

Y en Casa Morales tenían algo fundamental contra el calor, como ha recordado su reclamo de las redes sociales. Era el "tinto con agua". Que no era otra que el agua de Seltz, el sifón, cuyas botellas rellenaban allí mismo, con una máquina que había en un rincón de la parte de las mesas de tijera y los grandes bocoyes de barro con el tinto de Valdepeñas. En Casa Morales, quizá por el tinto con agua, quizá por la cerveza fresca de barril, no hacía calor. Ponían en las puertas unas cortinas azul marino que quitaban hasta la flema de la calor de la calle. Y luego, un sistema de ventiladores de viento cruzado que todavía existen "in situ" como pieza de museo, que hacían el resto de la maravilla. Ventiladores con enjauladas aspas de cobre, como hélices de barco, aparte de los que colgaban del techo como aspas de un molino de la Mancha de donde venía el preciado tesoro de su tinto fresquito.

Esta más que centenaria bodega la abrió en 1850 don Leocadio Morales Prieto, bisabuelo de la actual propietaria, Reyes Morales, mantenedora de este monumento vivo. En sus comienzos vendía a granel los vinos de Valdepeñas, aunque con el paso de tiempo se alternó la venta a granel con el consumo en la misma bodega. Durante más de un siglo Casa Morales fue creando su particular cultura contra el calor, en la que no hay que olvidar la frescura del "poeta", el vermú con sifón, así llamado en honor a Hilario Gutiérrez, poeta del grupo de la Peña Er 77, que allí paraba. En aquellos tiempos no servían tapas ni había cocina, sólo frescor. Ahora los picadillos y las tapas fresquitas ayudan a esta cultura del calor nuestra, que con los hermanos Leocadio y Eduardo Morales alcanzó la plenitud de aquella gloria de frescor sin aire acondicionado que evoco...

 

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