ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  30 de julio  de 2022
                               
 

Los héroes de los ERE

Que se hayan podido contabilizar han sido 680 millones de euros los repartidos a peluz en los ERE que le pueden costar la cárcel a Griñán y otros antiguos altos cargos de la Junta, en el mayor caso de corrupción de la democracia. Nunca vimos a dos ex presidentes de autonomía, dos, empitonados de esta forma por la Justicia, ni tantos consejeros y altos cargos condenados. Me pregunto cuántos otros casos como los ERE habrá habido sin que nos enteremos, y cuántos otros millones de euros nos habrá costado el birlibirloque de la Junta en los casi cuarenta años de gobernación socialista. Quizá el caso de los ERE sea sólo la punta del iceberg de una situación de corrupción y compra de voluntades y votos cautivos, en el que haya habido casos peores. Porque de los ERE nos pudimos enterar gracias al valor civil de un empresario sevillano al que le quisieron dar la mordida, algo que por lo visto habitual en aquella larga etapa lamentable de la autonomía. Un empresario que quería crear una Escuela de Hostelería y fue recibido por dos directivos de Mercasevilla que intentaron sobornarle, pidiendo por la cara un maletín con la mordida. Lo que ocurre es que aquel empresario grabó la conversación y tuvo el valor de darla a la luz de la prensa libre, léase ABC, frente al silencio de las terminales informativas de la Junta y del PSOE que la gobernaba.

En abril de 2009, aquellos audios salen a la luz con frases antológicas, como "ayudamos a quien nos ayuda". Y hubo unos periodistas, a la cabeza de ellos Juan José Borrero y Alberto García Reyes, que empezaron a tirar del hilo de aquel ovillo. Y un fajado y valiente director de periódico, Álvaro Ybarra, que respaldó la tarea investigadora de sus redactores y aguantó las presiones a las que fue sometido para que al caso se le echara encima la tierra hasta entonces habitual. Era habitual el arbitrario reparto de prejubilaciones de empresas que estaban en crisis, un filón para dar el dinero a los amiguetes y correligionarios y pagar favores y comprar voluntades. Prejubilaciones donde se apuntaba a quien en su vida había pisado la empresa en crisis.

Así llegó el asunto a la juez Alaya, otra heroína contra la gravísima corrupción en una Andalucía donde todo el mundo quería mirar para otro lado y daba por descontado que eran prácticas habituales del poder. Yo no sabría decir quién recibió más presiones contra la investigación, para que se dejara de tirar del hilo que al final ha terminado tirando de la manta de todo un sistema corrupto: si el director de ABC y sus redactores, o si la juez Alaya y los investigadores oficiales a sus órdenes.

Es la otra historia de los ERE, la que lleva coleando desde 2009 en que se dieron a conocer las primeras noticias. Primicias que ahora todo el mundo quiere atribuirse. Pero la verdad es que si se ha llegado a este final judicial y ha prevalecido la transparencia sobre tanta corrupción ha sido gracias a los citados, quienes tiraron de los hilos y de la madeja sin dejarse presionar. Por cierto, que al empresario que grabó el intento de soborno, su valor le ha costado que no le renueven el contrato municipal de su negocio de hostelería en el Parque de María Luisa.

 

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