ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  24 de septiembre  de 2022
                               
 

Grifos secos

Nos ha mirado un tuerto. Más desgracias no nos pueden ocurrir. Que, si no, esté usted seguro que nos pasaban. El caso es que igual que dice la copla que cariño le coge el preso a la reja de la cárcel, en pocos meses nos hemos acostumbrado a esta inflación que está devaluando a chorros nuestros ahorros, a la subida de precios, a la cesta de la compra por las nubes, al IPC más arriba de las nubes, a los sustos de la factura del gas o de la luz o del precio de la gasolina. Todos estamos más empobrecidos, el billete de 50 euros cada vez da para menos, por mucho que se estire y que muchos propongan una especie de cartilla de racionamiento en plan Banco de Alimentos para aminorar los precios de los artículos de primera necesidad, aparte de que nadie se cree que con la bajada del IVA vayamos a pagar menos por la luz o por el gas. Y lo que más me alarma es que nadie se alarme. Me explico. ¿Le extrañaría a usted que un buen día de los primeros del frío que ha de venir, se metiera usted por la mañana en la ducha y no saliera el agua caliente, bien porque habían cortado el suministro del gas o porque había apagón de electricidad? Eso que dicen de "escenario": es este de desgracias un escenario que no se me quita de la imaginación. Cada vez que sale un ministro diciendo que no va a haber este invierno problema de abastecimiento de gas, es para echarse a temblar. Pues suele ocurrir luego siempre todo lo contrario de lo que anuncian. Parece como si los misiles de la guerra de Ucrania hubieran estallado en nuestra economía directamente, que para mí que han hecho explosión ya.

Y por si todo esto fuera poco, encima, la sequía. Y el mismo miedo o jindama. Cuando dicen que no va a haber problema de abastecimiento de agua es cuando hay que echarse a temblar. Los precios cada vez más altos y las reservas de agua de los pantanos, cada vez más bajas. No se acuerda ya nadie de aquel Plan Hidrológico Nacional de Aznar que derogó Zapatero nada más llegar al poder. De haber seguido teniendo vigencia, quizá ahora no tendríamos encima este panorama seco de terror del milenio. A mí nadie me quita de la cabeza que estamos abocados a las restricciones de agua en Sevilla. Entre otras cosas, porque no le estamos dando toda la terrible importancia que tiene a esta sequía. Sí, prohiben el baldeo de las calles, el llenado de piscinas, el riego de jardines, pero eso no es bastante. Chocolate del loro. Piscinas malgastamos los sevillanos todos los días en casa sin tener en cuenta mínimas medidas de ahorro particular de agua que recordaron en anteriores carencias. Tan simples como no dejar abierto el grifo de la ducha mientras nos enjabonamos o el del lavabo mientras nos lavamos los dientes. Por lo hablar de aquello que se hacía, de meter una botella vacía dentro de la cisterna para ahorrar litro y medio de agua cada vez que se tirase. Estamos actuando como si el agua de los pantanos que abastecen a Sevilla estuviera hasta la corcha. Y peor, el miedo a las lluvias, que están viniendo en toda España en forma de trombas, arrollando coches y contenedores por las calles y convirtiendo la sequía en inundación. Los jinetes del Apocalipsis creo que tienen el caballo en un box de Pineda.

 

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