ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de junio  de 2023
                               
 

Las mareas de Santiago

Cuando se produjo la fragmentación política de la izquierda del PSOE, apareció una sopa de letras de pequeñas formaciones que renunciaron a la palabra "partido" y se inventaron otras como "confluencias" o "mareas". Pues bien, estamos casi a un mes de una gran marea, pero esta vez no de un partido de la izquierda extrema o de la extrema izquierda, sino de la derecha. Una gran marea azul de victorias del PP, como se ha pintado el mapa municipal de España el 28-M. Y como esta consolidación del vuelco del 28 de mayo se va a producir dos días antes de la fiesta del Patrón de España y de su Caballería, se me ocurre ponerle un nombre clásico y litoral a lo que Michavilla ya ha anunciado: será la marea de Santiago. La azul marea de Santiago de la victoria del PP el 23-J llegará a España entera.

Esto de las mareas de Santiago me da una gran nostalgia. La gente de mar y los gaditanos de tierra, que son los que más saben de estas cosas de los aguajes, dicen que en luna nueva sobre todo y también en luna llena, cuando el Sol, la Luna y la Tierra están alineados, se producen las mayores mareas: las llamadas "mareas vivas", con pleamar a mediodía y medianoche y bajamar por la tarde y por la mañana. Si a todo esto añadimos que en nuestra latitud el sol no está siempre a mediodía igual de alto sobre el horizonte, sino que depende de la época del año, más elevado al principio del verano, se sabe por qué las mareas del mediodía en julio son las más altas, y así tenemos las "mareas de Santiago".

Aún recuerdo las mareas de Santiago en la playa de la Costilla de Rota cuando era niño. Aquella Rota pescadora y hortelana donde todavía no habían llegado los americanos para poner su base más allá de la Playa del Chorrillo y que era destino preferido de los sevillanos, aunque estuviera tan lejos que había que coger el tren de Cádiz, dejarlo en El Puerto y hacer transbordo al viñero tren de Sanlúcar.

Las aguas de las mareas de Santiago llegaban hasta los sombrajos que ponían como porche de las casetas, anegándolo todo, mansa pero implacablemente. Por descontado que subían mucho más arriba de los toldos, no como una explosión de fuerza, sino con lentitud de buey y exactitud de reloj de arena. Todos los que estaban en la playa tenían que recluirse junto a las casetas, de imparables que eran aquellas mareas con las que los niños jugábamos a contenerlas, abriendo como fosos de fortalezas y contrafuertes, glacis y murallas de castillos de arena, baluartes de nuestra ilusión de parar las aguas que las mareas de Santiago se llevaban inexorablemente.

Así dicen que van a ser las políticas mareas de Santiago del 23 de julio. Una pleamar azul imparable. Lo aseguran los estrelleros y astrónomos de la política. Todos menos el Sabio Tezanos, a quien imagino como a un Mago Tranlarán que niega en solitario, cobrando, lo que todos afirman como inevitable. Que para eso le pagamos de nuestro dinero, para que niegue "ad maiorem gloriam" de Su Sanchidad la marea general de Santiago, como negó en mayo la municipal y autonómica marea de San Fernando.

 

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