ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 6 de septiembre  de 2023
                               
 

Patios de operaciones

En la presente dictadura de la digitalización, donde cada vez es más difícil hacer una gestión personal con la Administración o las empresas, porque te hacen hablar con una máquina o a que lo resuelvas por Internet, hay en marcha una admirable campaña para humanizar otra vez las relaciones de los bancos con sus clientes, de modo que sea un señor de chaqueta y corbata, muy amable, quien te atienda en una ventanilla y no una pantalla de ordenador o un teléfono móvil inteligente. Los que han promovido este modo de relación (y de ahorro de personal y de oficinas) cada vez más extendida, se creen que todo el mundo es un experto en informática, cuando hay quien no tiene ni correo electrónico: "Eso se baja usted la aplicación y verá qué fácil es realizar todas las gestiones de su cuenta."

Lo del correo electrónico es otra. Ya te preguntan más tu correo electrónico que tu carné de identidad. ¿Esto no está prohibido por la Ley de Protección de Datos, que para cualquier gestión tengas que dar tu correo electrónico? Y voy a lo de siempre: y los que no tienen ordenador, ni Internet, ni correo electrónico ni ganas de tenerlo, ¿qué hacen?

¿Cuántas oficinas bancarias se han cerrado en Sevilla en los últimos años? No hablo ya de las suprimidas por las fusiones bancarias o por la ruina de las cajas de ahorro. Aquello que ibas por Virgen de Luján y te encontrabas con las oficinas de las cajas de ahorros de toda España, entidades que ya han desaparecido casi todas tras la crisis del 2008. Hablo de las oficinas bancarias suprimidas o dejadas a la mínima expresión por la proliferación de las operaciones por Internet o teléfono móvil. A lo cual hay quien le tiene pánico, no vaya a ser que roben las claves y te dejen sin un euro en el banco, y te empiecen a devolver recibos de suministros imprescindibles por falta de fondos en tu cuenta.

En este panorama digital de la banca, evoco lo que eran los patios de operaciones de los grandes, antes de sus fusiones, antes que el Bilbao ose fusionara con el Vizcaya y Argentaria, o que el Central lo hiciera con el Hispano y el Santander. Cada central de banco tenía un gran patio de operaciones, que eran como templos civiles del dinero. Patios solemnes y lujosos, como el del Banco de España, con mucho bronce y mucho mármol, ventanillas con rejas como las de las películas del oeste, con unos escritorios en el centro con tinteros y plumillas para que rellenaras los impresos, cuando todo se hacía en papel. Yo me acuerdo ahora del gran patio de operaciones, casi monumental, del Banco Hispano Americano en el lugar de la calle Sierpes que ocupara la Cárcel Real donde estuvo preso Cervantes. Con un mural cerámico de la vista de Sevilla al fondo. O del patio de operaciones del Banco Central en la Avenida, otro como monumento al dinero. O el de Banesto, en los bajos del edificio de La Unión y el Fénix. O los de bancos ya desaparecidos: el Zaragozano, el Mercantil e Industrial, el Alemán Transatlántico, el General del Comercio y la Industria, el Rural Mediterráneo... En esos patios de operaciones de los bancos se veía el dinero. Ahora, en la aplicación del móvil tenemos el símbolo de lo poco que vale el dinero, para pagar un café con él, y de lo tiesos que estamos todos.

 

 

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