ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  13 de octubre  de 2023
                               
 

Soy leonorista

Ojalá siempre fuera Día de la Fiesta Nacional e hiciera en ella siempre su debú de Patria la Princesa de Asturias. Los actos del desfile de la Fiesta Nacional han sido para enmarcarlos. Porque hemos descubierto todos a una real persona a la que conocimos como una niña alumna del Colegio de Santa María de los Rosales o jugando en los jardines de La Zarzuela. Si hay notas de calificación para las personas reales, lo de la Princesa de Asturias ayer ha sido de "cum laude". ¿A que parecía que siempre la habíamos visto de uniforme de gala del Ejército de Tierra, con la boina grancé de la Academia General Militar? Desde que está la mujer en las Fuerzas Armadas de igual a igual con los hombres que sirven a la Patria, hemos visto señoritas a las que el uniforme les sentaba como dos tiros... de fogueo. Todo lo contrario que a Doña Leonor. Parecía que siempre la habíamos visto de uniforme militar. Y lo bien que lo vestía y lo bien que se ganó ayer a una multitud de españoles para ella y, lo que es si cabe más importante todavía, para la Institución Monárquica.

Claro, viste tan bien el honor del uniforme militar porque es hija del Cuerpo. Con qué exactitud hizo su papel en el difícil y delicado protocolo del día. Yo me creía que la sorpresa del acto iba a ser que, como la vimos junto a sus compañeros de promoción jurar bandera en la Academia, la Princesa de Asturias iba a figurar en primera fila con la formación de sus compañeros de estudios en Zaragoza. Pero estuvo todo muy bien medido para que vistiera el uniforme de Infantería con el Toisón de Oro y presidiera la tribuna junto a sus augustos padres o luego el besamanos en Palacio. Ya no era aquella niña que cuando estudiaba la ESO, estaba viendo el desfile y al pasar la Legión, en vez de por la cabra le preguntó a la Reina: "Mamá, ¿por qué van tan ligeros estos señores de verde?". Ya no era aquella niña, sino una mujer soldado de España, en perfecto estado de revista y policía, sin cometer un solo error de protocolo, y emocionándonos a todos cuando junto a Su Majestad depositó una corona en memoria de los que dieron su vida por España, que "la muerte no es el final".

En la restauración de esta Monarquía sin monárquicos tan rarita que tenemos en el Reino de España, muchos, por no manifestarse partidarios de la Corona, se proclamaban "juancarlistas", como admiración por haber sido "motor del cambio" de la dictadura a la democracia y en agradecimiento por habernos devuelto las libertades. La dama cadete Doña Leonor de Borbón ha hecho que nos hayamos saltado una generación. Igual que hubo juancarlistas, a pesar de la cantidad de sapos que ha de tragarse en el bufé del desayuno cada día, en aplicación de la proclamación de su augusto abuelo en su abdicación ("Por España, todo por España"), no ha habido "felipistas". Quizá por la confusa homonimia con González. Pero en esta difícil hora, el mayor acierto de Don Felipe VI ha sido conseguir que desde ayer muchos nos consideramos "leonoristas", partidarios de la Princesa de Asturias. Fue "la gloria infinita de ser español" que sentimos ayer, cuando precisamente teníamos ante nuestros ojos la vieja España que quieren destruir los socios de número de Sánchez, que ni estaban, ni se le esperaban, ni falta que nos hacían con su monserga de Tía Amnistía.

 

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