ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  17 de octubre  de 2023
                               
 

¿Qué le pasa al Ave?

En Sevilla, hasta ahora, había cuatro cosas de una puntualidad tan exacta como los relojes del Cronómetro en Sierpes. Eran, a saber:

1. El cerrojazo de la puerta de cuadrillas, la salida de los alguaciles y el comienzo del ritual pasodoble "Plaza de la Maestranza" de Daniel Vela y Juan Manuel Borbujo para marcar el comienzo exactísimo de las corridas de toros.

2. La aparición de una cruz de guía en la puerta del templo donde radica una cofradía a la hora exacta marcada en la nómina aprobada en el Cabildo de Toma de Horas.

3. El paso de la Virgen de los Reyes saliendo por la Puerta de los Palos de la Catedral, entre el volteo general a las campanas de la Giralda, a las 8 en punto de la mañana del que basta decir "el día de la Virgen" para saber que es el 15 de agosto.

4. La llegada puntualísima del primitivo Ave del 92 desde Madrid o desde Córdoba a la estación de Santa Justa, aquello que te devolvían el dinero si llegabas un minuto tarde.

Desgraciada y lamentable muerte del futbolista juvenil cordobés Álvaro Prieto al margen, de esas cuatro puntualidades rituales de Sevilla sólo nos quedan las tres primeras. No sabemos por qué, pero el Ave ya no es lo que era, aquel compendio de comodidad y de confort, con sus frecuencias utilísimas de circulación entre Sevilla y Madrid, parando en Córdoba, en Ciudad Real o en Puertollano, con una azafata esperándote en la puerta de cada vagón, con un servicio de comidas a bordo bastante aceptable, con una Clase Club que parecía la Gran Clase de Iberia cuando volaba a Nueva York y a América con los 747 de dos pisos.

El Ave era todo comodidad y puntualidad. Podías quedar en Madrid para la gestión que fuera a una hora a la que sabías que no ibas a fallar, porque el Ave iba como un reloj, puntual cuando llegaba a la estación de Atocha casi directamente a la fuente de la tortuguitas, antes que para dar prioridad a Barcelona dejaran para los catalanes esa parte de la llegada a la parte más cercana a la puerta y a la parada de taxis, mientras que para los sevillanos para el Ave tan lejos que son kilómetros, sin exagerar, los que tienes que recorrer tras la llagada a una vía de segunda categoría, fuera ya casi de la estación, y tienes que hartarte de coger escaleras mecánicas y pasillos rodantes para llegar a la salida. De la parada final a la salida tardas ahora casi tanto como el desde Ciudad Real a Madrid.

Y encontrabas plaza libre en todos los trenes que querías, y todas eran facilidades si querías, sobre la marcha, adelantar o retrasar la salida, tanto en Madrid como en Sevilla. En el 92 inaugural, los sevillanos éramos unos privilegiados del Ave. Pero vino el "café para todos", la alta velocidad a toda España, y perdimos nuestra categoría y las atenciones de Renfe con Sevilla. El Ave con Sevilla había dejado de ser "de gran categoría", como dicen en Cádiz, y ahora no sabes si vas a encontrar billete el día y la hora que quieres, cuánto retraso vas a llevar, la bulla que habrá para tomar un cortado en la cafetería. Eso si no te dan gato por liebre de un Alvia que hacen pasar por Ave, donde no hay ni enchufe para el cargador del teléfono.

 

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