ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de octubre  de 2023
                               
 

Monólogo en el Senado

Pere Aragonès tiene que pasar a la Historia del Parlamentarismo. Lo que ha hecho en el Senado ha sido una ocurrente invención, basada en el intercambio de géneros teatrales. Lo que no me explico es cómo no la patenta o la registra como obra nueva en la Sociedad de Autores. El monólogo es una modalidad de espectáculo teatral de plena vigencia y moda, que llena los teatros. Un actor ocupa todo el tiempo de una función, él solo en el escenario de un gran teatro o de una pequeña sala, sin más actores sobre las tablas, llevando en solitario el peso de la narración, espoleando la imaginación del espectador, incitando a la risa unas veces, a la emoción cercana a las lágrimas otras.

Bueno, pues esto es exactamente lo que ha hecho el innovador presidente de la Generalidad Catalana. Pere Aragonès ha sacado el monólogo de los escenarios teatrales y lo ha llevado al pleno al Senado. Llegó, largó su soliloquio, sin caer en la ordinariez de contestar a sus oponentes o de responder a preguntas con muy mala intención sobre lo que había dicho, y sin despedirse de nada ni de nadie, bajó de la tribuna y ocurrió lo del estrambote del soneto de Cervantes: "Fuése y no hubo nada". A veces las intervenciones de los políticos en los plenos de las cámaras son justamente iguales, soliloquios de un monólogo ya aprendido y mil veces repetido antes por ellos o por sus correligionarios. Usted a lo suyo, don Pedro, sí señor, a defender la amnistía y a anunciar las peores consecuencias para la igualdad de los españoles que tienen sus posteriores proyectos. ¿Para qué pararse hablar con nadie? Pere Aragonès habla en él solo en el Senado, y me recuerda aquello de Gabriela Ortega cuando le censuraron que hablara por la calle sola. Respondió la recitadora gitana de la saga de los Gallos: "Pues naturalmente que hablo sola. ¿Con quién voy a hablar mejor que conmigo misma y con quién voy a estar más de acuerdo?". A Pere Aragonès le importa una higa lo que piense sobre la amnistía y la independencia la mitad de los catalanes y más de doce millones de ciudadanos del resto de la nación. ¿Quién va estar más de acuerdo con Pere Aragonès que lo que diga en su monólogo del Senado, terminado el cual se despidió a no a la francesa, sino a la nueva catalana; esto es, que cogió Puerta, Camino y Viti sin hablar con nadie y sin escuchar las réplicas de nadie? ¿Para qué esa forma de perder el tiempo? "Lejos de nosotros la funesta manía de pensar"...

Pero no estuvo solo. Estuvo acompañado de por ausencia de todos los ministros del Partido Sanchista, de los que andan buscando votos en estos días debajo de las piedras, cuando debajo de ellas suelen encontrarse alacranes. Pere Aragonès y el sanchismo le aplicaron al pleno del Senado la Teoría de la Casera: "Si no hay casera, nos vamos". Que traducida resulta: "Si tiene allí la mayoría el Partido Popular, no vamos". No están acostumbrados a estar en lo que no han copado anteriormente saltándose la Constitución y la división de poderes. Y No Passsa Nada. Y así nos va.

 

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