- Mi
niño, que es buen viñero,
- ya va sabiendo
- las cosas nuestras, las cosas nuestras,
- y la lección se ha aprendío
- porque ha nacío
- en La Caleta, en La Caleta.
- Ayer cuando atardecía
- él me decía
- una lección propia de mayor,
- la tarde estaba rendía,
- con la marea vacía
- se estaba poniendo el sol.
-
- Y
mira, papá
- me dijo a mí señalando
- el sol que se iba ocultando
- allá lejos en la mar,
- que nos manda Dios
- cada tarde este tesoro,
- el sol que se pone de oro
- y cada roca vale un millón.
- Y por qué a la noche
- me ha preguntado
- se enciende el faro
- y el oro cambia por la plata,
- el oro que atardecía
- por la bahía
- el sol dorado que mariscaba.
-
- Y
así le dije a mi niño:
- el sol por ver nuestro barrio
- echa en la Alameda
- una moneda en la alcancía
- allá en el mar, viene tó los días,
- que esto no hay oro con qué pagarlo,
- y el faro que es gaditano,
- que está cortito, que está en el paro,
- da una moneda que es más barata,
- lo paga en besos, besos de plata,
- plata del faro, plata del faro.