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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3016 - 30 de mayo del 2002                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Lo vi clarísimo en Glasgow. Cuando, en el colectivo "Himno de la Alegría" de la orejuda Novena, todo el madridismo pegaba botes de contento, de Escocia a Extremadura, de la Cibeles a la Alhambra, Raúl cogió la bandera española como un capote, abrió el compás, se despatarró, bajó las manos y uno tras otro empezó a dar lances por verónicas de muy buena factura. Y la afición, enloquecida:

--- ¡Oleeee, oleeeee, oleeeee!

¿Qué afición? ¿La afición a los toros? No, la afición a la fiesta nacional del fútbol. Con Raúl toreando, no me cupo ya la menor duda: la verdadera fiesta nacional es ahora el fútbol. Lo siento, que se quiten los toros. Los toros son otra cosa: rito, ceremonia, moda social y todo lo que ustedes quieran. Pero lo que empieza a representarnos ante Europa no es la inspiración de un natural de Enrique Ponce, sino de un gol de Raúl, su discípulo en el toreo de salón. La genialidad del gol de Zidane es de pañuelos blancos pidiendo la oreja. El escudo del Real Madrid es ya tan simbólico de España y de lo español como la silueta del toro de Osborne en las carreteras, con la ventaja de que los verdes ecologistas no quieren prohibir esta fiesta nacional.

Las hispánicas dualidades enfrentadas de Joselito y Belmonte, Lagartijo y Frascuelo o El Juli y José Tomás están ahora representadas por el Real Madrid y el Barsa. El Bernabeu o el Nou Camp significan lo que Las Ventas o la Maestranza en la nueva fiesta nacional. Las ciudades, antes, se paralizaban cuando toreaba "El Cordobés", cuyas corridas hasta se televisaban en tiempos de Franco para amortiguar el golpe de las reivindicaciones laborales en la fiesta del 1º de Mayo. Ahora las ciudades de verdad se paralizan y quedan desiertas como Sáharas de asfalto cuando hay una final de Liga, de Copa o de este trofeo que suena a compases de triunfo de canción de Rosa López: "La Champions". La presencia en los fastos madridistas de las viejas glorias que conquistaron las anteriores copas europeas tenía algo de homenaje a los toreros retirados. Como en Las Ventas dedican azulejos de triunfo a Pepe Luis Vázquez o a Antoñete, en la fiesta del Bernabeu pusieron estrellas de victoria a Gento o a Amancio.

Tienen que ser los invariantes castizos de nuestro sentido del espectáculo como fiesta. Como no podía ser menos, el fútbol como nueva fiesta nacional conserva el mito de Carmen, de la mujer del torero. En coplas estaban los romances de los toreros con las cantantes, con las bailaoras. Fama llama a fama. El mito del héroe popular necesita al lado, por medio del amor, el arquetipo de la belleza, del arte femenino. Rafael el Gallo se casó con Pastora Imperio, y Chicuelo con Dora la Cordobesita, y Concha Piquer con Antonio Márquez, y, en nuestros días, Paquirri con Isabel Pantoja o Rocío Jurado con Ortega Cano. También la figura de esta Carmen de peina y volantes se pone al día, como la fiesta misma. De las de peina y volantes quedan muy pocas. Como el mito de la fiesta nacional es el futbolista y no el torero, en justa correspondencia el ideal femenino de la belleza y del tronío no es la cantaora: es la modelo. El Teatro Calderón es la Pasarela Cibeles. Como en la antigua fiesta nacional la pareja ideal que cantaban los romances y las coplas era el torero y la cantaora, en la nueva fiesta nacional del fútbol los jugadores tienen a modelos como novias y esposas. A estas majas dedican sus triunfos, besan sus anillos nupciales cuando marcan gol, todo en un sentido muy familiar, muy normal, hogareño, sin bronce de rompe y rasga y sin flamencos del colmao vigilando a todas horas. Donde antes La Piquer y Márquez, ahora Raúl y Mamen Sanz. Donde El Gallo y Pastora, Guti y Arantxa de Benito. Donde Manolete y Lupe Sino, Figo y Helen Swedin.

Como hemos pasado de los toros al fútbol como fiesta y de Pastora Imperio a Mamen Sanz como majas, en esta nueva mitología nacional hay que pensar seriamente en poner al día los personajes de "El relicario". Sobre una pasarela, las imágenes de una modelo nos irán diciendo que está enamorada del jugador con más tronío y más castizo del Real Madrid.

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