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Memoria de Andalucía

Sobre "Paquirri llama al Doctor Vila"

 

Pozoblanco, Pozoblanco... No pozonegro, no pozonegro…

Sr. Antonio Burgos:

    Con cierto estupor leí el otro día el artículo que ha publicado en el recuadro. Siento que por mala suerte no lo haya leído antes. Porque puede parecer que estas letras llegan fuera de lugar.

Le dirijo estas reflexiones al hilo de su artículo. Permítame antes que le sitúe:

Hace algunos meses estaba esperando en la cola de hacienda, en Córdoba, cuando un señor mayor, algo desorientado me preguntó si esa cola era para reclamar, y cito palabras de memoria, “a los ladrones estos para que nos devuelvan lo que nos pertenece”. Como la salida de este señor me pareció simpática, le dije que efectivamente. Y que era una vergüenza el tiempo que nos hacían esperar sobre todo a los que veníamos de fuera. Como le dejé en bandeja la pregunta me inquirió: -¿De donde eres?. – De Puente-Genil, pero vengo desde Pozoblanco…-¡No digas Pozoblanco!, ¡Di pozonegro!. Que bien negras nos lo hicieron pasar en la guerra allí.
La conversación siguió por esos derroteros, recodando este hombre los horrores de la guerra hasta que me tocó en la ventanilla y ya me despedí de él.

Ahora su artículo me ha hecho recordar aquellas palabras. Pozonegro, ¿Por qué?. Por respeto a la edad de aquel hombre no le contesté como merecía, pero ahora no me queda más remedio.

Este es un pueblo, señor Burgos, maestro en hospitalidad. Si viniese por aquí vería como sin conocerle le sentaban a la mesa y le aparejaban la mejor cama de cualquier casa para que no se sintiese desamparado. Pero nunca intente arrebatarles nada por la fuerza. Este es un pueblo orgulloso. Lo que tienen se lo han labrado con su trabajo. Han estado olvidados durante mucho tiempo, quizás pagando antiguas facturas de la guerra civil. Recuerde que aquellos que nombran pozonegro en la guerra traían destrucción y muerte y venían a robar la libertad. Este fue de los últimos reductos de la república. Aquí si se hizo realidad el grito del ¡No Pasarán!. Pero de aquello sólo les quedó la venganza por parte de las autoridades y la negra fama.

Y llegó Paquirri. Como usted bien dice cansado de torear y deseando terminar cuanto antes. “La confianza es la madre de las desgracias”, y tal vez fue la confianza la que mató al torero. Pero no, toda la gente vio que al torero lo mató Pozoblanco. Pozonegro otra vez. Y este pueblo se hizo tristemente famoso. Todo el mundo recuerda las imágenes. Pero como pasa siempre nadie dice que Paquirri murió porque eso es consustancial con su trabajo. Pero en esa misma carretera, en esas mismas curvas han muerto muchos pozoalbenses por una colada del cáncer o por un derrote del corazón. Aquí, en aquel tiempo no había hospital.

Pozonegro, pozonegro…A un pozo se acerca uno a por agua, que da la vida. Si se asoma al brocal imprudentemente puede tentar la suerte.

Señor Burgos, este es un pueblo de vida. Algo testarudo, solidario, hospitalario; bueno para vivir. Yo no soy de aquí, pero devuelvo parte del cariño que a mí me han dado a manos llenas. Véngase por aquí y desmontaremos juntos la leyenda. Lo negro fue la muerte y la prisión de la guerra. Lo negro fue el pelaje de Avispado, y la muerte que llevaba en los pitones. La Torre del Oro de Sevilla ha visto bastante más muerte torera que Pozoblanco, y no por eso la comparan con la Torre de Londres. Este pueblo no tiene mal fario, tiene buena fe.

Usted tiene arte torero en su pluma. Dibuje en una tarde algunos naturales de razón y restituya a este pueblo lo que se merece. Pozoblanco, Pozoblanco; No pozonegro, nunca más pozonegro.

Aprovecho la oportunidad para saludarle cordialmente.


Fdo. Domingo Reina Luna  DOMINGO_REINA_LUNA@nexo.es  dreinal.inpecuarias@nexo.es

DNI. 30.535.566
Pozoblanco

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