Le llaman primarias porque todo consiste en buscar a uno
que haga el primo, dé apariencia de democracia y salga el que diga el otro primo, el de
Zumosol, que es González. Han buscado a Borrell para que haga el primo y pague el pato
del aparato del felipato. El dedo de designar candidatos nunca es más dedo que cuando
formalmente se buscan los restantes dedos de las dos manos para aplaudir y aclamar. A mí
con las primarias me da la risa tonta y hago preguntas más tontas todavía: ¿quién puso
a Almunia de secretario general? ¿Y quién ha puesto al secretario general de candidato?
En estas primarias del primo y del primo de Zumosol, hay un candidato, Almunia, y un
cándido, Borrell. Hombre de fe este Borrell, que se ha creído eso de la democracia
interna del partido. Antes creo yo que es la Virgen en persona la que se le aparece a
Esperanza Ridruejo que en las primarias del PSOE hay democracia interna e igualdad de
oportunidades. Borrell está, en efecto, en la planta de oportunidades de los grandes
almacenes de la modernidad y del progreso, pero la caja registradora y la bacaladera de
las tarjetas lo tiene de momento otro.
En vez de estar en lo que deben estar, andan reinando en unas elecciones
que aún no se han convocado. No se trata ni de gaznar ni de graznar como graznan,
peleándose entre ellos. Es como si Javier Conde, que esta tarde tiene que matar dos toros
en Sevilla, cuando estuviera toreando su primero nos dijera que no echáramos cuenta a
eso, que lo importante va a ser este verano en Marbella, cuando toree con Ponce y Rivera.
El cartel de esa corrida, naturalmente, no existe. Las elecciones que quiere ganar
Almunia, tampoco. Ni gaznar ni graznar. Amagar y no dar. Y como a este paripé lo
han llamado primarias, no había más remedio que buscarse un primo. Lo hallaron en
Borrell.