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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía, martes 6 de julio  de 1999


Cuatro revolcones

 

Javier Arenas, secretario general del PP
En el 13-J, Arenas sufrió cuatro revolcones en el tiempo y cuatro en el espacio

Los políticos, como los novilleros en el debú y los matadores a veces en los tentaderos, sufren revolcones. Javier Arenas ha sufrido un revolcón. No ha sido grave, el toro no ha hecho carne, pero el tantarantán se lo ha llevado. Claro que como Javier Arenas tiene cinturita torera, talle de junco, y larga experiencia por esos ruedos ibéricos, al instante se ha levantado, y sin mirarse la taleguilla ha dicho, cuando han acudido todos a cogerlo para llevarlo a la enfermería:

-- Tranquilos, que no ha sío ná... El toro, que me ha pegáo un revolcón, pero no se preocupen ustedes, que este toro ha perdío mucho crédito...

Con lo toreadito que lo traía... Lo de siempre. Llevo lustros de aficionado y aún no he visto que un torero diga que lo cogieron por su culpa. La culpa es siempre del toro. Cuando cualquier verde ecologista diría que el toro, cuando empitona a alguien y se lo echa a los lomos, cumple con su obligación. Pero nadie vestido de luces lo reconoce así. Como Arenas ahora. El toro nunca coge porque se esté fuera de cacho, porque no se midan las distancias...

--- O porque se confíe uno...

Así es cómo más cornás dan: cuando se confía uno...

-- Pues mira que a Arenas le estaba avisando el toro que lo iba a coger por el izquierdo...

Claro, y por el izquierdo lo cogió y se lo echó a los lomos. Pero reconocer eso es demostrar que no se ha sabido estar en el sitio, ni darle la distancia, ni hacer las cosas bien hechas. Los toros cogen cuando no se hacen las cosas bien hechas. Y quien está allí abajo, con los avíos en la mano, cree que las hace divinamente.

Por eso la culpa, siempre, es de los toros, evidentemente. Que pierden mucho crédito cuando cogen a las figuras y les dan un tantarantán o un revolcón. Sobre todo, cuando los cogen en cuatro plazas de primera categoría, a saber: Sevilla, Almería, Granada y Córdoba. Esos son revolcones en el espacio. Pero ha habido otros cuatro revolcones de confianza, en el tiempo. El primer revolcón se lo estaba buscando Arenas cuando hizo las listas: no se puede poner a maestros de esgrima para luchar con una partida de navajeros. El segundo se lo fue buscando durante la campaña: no se puede hacer en Andalucía, donde el PP es siempre el perdedor, la misma campaña de triunfadores y del "va bien" del resto de España; no se puede hacer una campaña de guante blanco frente a los que sacan al doberman a que haga caca, perdón, mierda. El tercer revolcón, consecuencia de los anteriores, vino en los resultados del 13-J: Arenas confiaba que el PP ganara hasta en el "nivel Linares", en los grandes pueblos andaluces, y no llegó ni a consolidar el voto urbano con mayorías absolutas, Teófila y Perico Rodri aparte. Y el cuarto, en los pactos. El revolcón de los pactos ha sido un revolcón de aquí a Melilla, literalmente: de Sevilla a Melilla.

-- Eso no es revolcón, eso es ya corná, y de las gordas...

Pero sigue teniendo la culpa el toro. El toro, que ha perdido mucho crédito por haberse atrevido a echarse a los lomos a Javier Arenas. Pues sí, se lo echó, y cómo. Y tal como van las cosas y con lo que ha avisado ya Jesús Gil, por lo torpes (y diría que antidemocráticos) que han estado con él, yo que Arenas, tras estos cuatro revolcones y con vistas a las generales, de momento iba llamando al Doctor Vila..

 

 


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