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Celia
Villalobos, menos lobos, me tiene impresionado. Quizá para ser
aceptada por el cerrado círculo de iniciados que es la Sanidad,
por la masonería del fonendo, ha roto a hablar como los
médicos. Sé que todo conocimiento es el dominio de un
lenguaje, pero yo soy periodista y no voy por ahí hablando de
corondeles ciegos. Como los restantes ministros tampoco llevan
en la boca el léxico de su cartera ministerial. Estuve la otra
noche con Jaime Mayor Oreja, y aunque la Fiesta Nacional depende
de su Ministerio, observé que no habla como los toreros. Jaime
Mayor no dice que Arzalluz es berrendo en ETA, que Otegui se le
acuesta por el izquierdo o que Iturgaiz se pega cada día un
arrimón. He oído también al ministro de Defensa y he
observado que no dice tres tacos en cada frase, como los
militares en el cuarto de banderas. Alvarez Cascos, ahora
ministro de Fomento, habla igual que antes de serlo, no como un
ingeniero de Caminos.
Por eso me choca lo de
Celia Villalobos, menos lobos. Qué lista o qué tonta, según
se mire. A escasas semanas de tomar posesión como ministra de
Sanidad, Celia habla ya como si fuera un médico grado 33 o un
MIR de séptimo año (que los hay). Valentín Fuster a su lado
es un aficionado. Esto por lo que respecta a la Medicina. Que en
tocante a Farmacia, ni Curro Romero, que estuvo ocho años de
mancebo en una botica, domina el cultiparlo oficinal como Celia
Villalobos, menos lobos.
Antes de ser ministra
de Sanidad, para Celia, como para todos los mortales, un enfermo
de corazón era uno que le había dado un infarto. Ahora no.
Ahora, para Celia, un señor con un infarto es un paciente
ingresado con una cardiopatía cardiovascular de cara anterior,
toma del frasco. No sé qué método Assimil ha seguido o a qué
academia de idiomas asiste por las noches, pero Celia le dice ya
inyectables a las inyecciones, analítica a los análisis
clínicos. Usted ve a un hombre que lo ha cogido un camión y
dice que al pobre lo han despachurrado. Celia, no. Celia dice
que el herido presenta un síndrome de politraumatismos en
tronco y extremidades inferiores. Y nada digo de sus avances
lingüísticos en botica. Celia le dice antibiótico de amplio
espectro al Britapén (y no mires a quién), artículo de
parafarmacia a la compresa femenina y laxante genérico al
purgante. La única duda que me queda es si este lenguaje lo
habla sólo en público o si aventaja a su jefe Aznar con el
catalán, y habla el cultiparlo médico también en privado. Si
cuando está chungaleta en su casa le dice a su hija que le dé
una aspirina, Celia tiene todavía salvación. Lo malo es que en
privado sea tan tonta como en público, y que cuando tal ocurra,
le pida a su hija:
-- Vanessa,
adminístrame un comprimido genérico de ácido acetil
salicílico, que tengo una migraña hemicraneal que puede cursar
en cefalea...
Porque no sé si saben
que la Doctora Celia tiene una hija que se llama Vanessa.
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