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Aviso
para camaroneros: todo cuanto se va a decir en este
artículo no tiene absolutamente nada que ver con la valoración
de José Monge, Camarón de la Isla y de todas las islas
adyacentes de la grandeza del cante, artista de cuerpo entero,
creador supremo, eterno sector renovado de los palos
históricos, símbolo de nuestro pueblo, ¿les parece poco
panegírico? Vamos, que ni nuestro querido Enrique Montiel, su
biógrafo, lo hubiera hecho mejor, ¿o no, Enrique?
Sentado lo cual, para que no me lleve la corriente de los
camaroneros que no se duermen en los laureles de su ídolo,
habré de añadir que José Menese tiene toda la razón y un
poquito más. Ha dicho José el de La Puebla: "Esta
concesión va contra la filosofía del premio". Choque
usted esos cinco, don José. Esto de que le den la Llave del
Cante a Camarón es como si a estas alturas de curso le dieran a
Juan Belmonte el premio taurino del Cortinglés, el Príncipe de
Asturias de las Letras a Luis Cernuda o la Medalla de las Bellas
Artes a Picasso. Naturalmente que Camarón se merecía las
llaves del cante. Como se las mereció Antonio Mairena. O como,
de no haber estado entonces en todo su poder y gloria el
mairenismo militante, las hubiera merecido Manolo Caracol, punto
en el cual los camaroneros estarán absolutamente de acuerdo
conmigo. El asunto de fondo en la Llave de Oro del Cante es que
en los dos mundos sociológicos, estéticos y artísticos que
existen dentro del cante, ahora se lleva y manda ese hemisferio
donde estuvo Caracol, donde estuvo Camarón y donde estuvieron,
a su modo y manera, El Niño Marchena o don Juan Valderrama. Al
que perteneció por cierto Manuel Vallejo, Llave del Cante. Así
entiendo los (merecidos) honores en vida a Valderrama,
impensables hace veinte años, cuando en el lobby del cante (que
haberlo, haylo) mandaba el mairenismo militante. Menese
perteneció al mairenismo y le honra que defienda aquellos
principios estéticos e incluso políticos y sociales. No se
olvide que Mairena, aunque cantaor de ayuntamiento muchas veces,
porque los flamencos tienen que comer, todo el mundo sabía que
en el mundo de las ideas no estaba precisamente a favor de la
dictadura.
Estaba por pensar que la Consejería de Cultura ha puesto un
Mister Minit para hacer duplicados de las Llaves del Cante, pero
llego a una conclusión más honda. Que la Junta perpetúa el
barroquismo andaluz de los honores póstumos. Llevo escrito que
aquí, hasta que no te mueres, no eres nadie. Si Pemán dijo que
España es el país de los grandes entierros, podría haber
añadido, como hago ahora, que Andalucía es la tierra de los
funerales insuperables. No se olvide que el mejor soneto de
Cervantes está dedicado a un funeral y a un túmulo. Con lo de
Camarón, igual. A Camarón, en vida, nadie le echó una mano,
todos se aprovecharon lo que pudieron y un poquito más, y
murió el pobrecito como murió. Muerto, ahora se reeditan todos
sus discos, se sacan esos inéditos que todo artista deja y que
habitualmente como mejor están es como estaban, inéditos. ¿Le
dieron en vida la Medalla de Andalucía a Camarón? No lo sé,
pero me pega mucho que no. Camarón, en su grandeza, era un
artista solitario, humanísimo, no dado a estos ringorrangos de
los colgajos.
La Junta le da a Camarón las Llaves del Cante. A eso le digo
yo dar el cante. ¿Quién es la Junta para darle nada a un
artista tan inmenso, que existió a pesar de la Junta? ¿No
será que Carmen Calvo quiere ponerse una medalla con Camarón?
Antonio
Mairena, San Pedro de las llaves del cante
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