No
quedaron así ni en la carga de Alfambra, la última que dio la
Caballería en la guerra incivil española. Tienen ahora los
ojos ciegos, como los caballos de mármol del Partenón, como
los venecianos caballos de bronce de San Marco. Sus caras
quemadas llevan el terrible mosquero de las llagas en carne
viva. Sus crines de cintas y divisa ardieron como rastrojeras de
agosto por los llanos de El Cuervo.
No hay ahora un horizonte de vega y de diligencia de Carmona
para sus nombres, que los recitas y te sale un poema de Fernando
Villalón con niños de Ecija, toreros machos en la plaza de
Ronda, marismas para acosar a un eral con la garrocha de
majagua: Deleite, Neblí, Jabato, Coquetón, Airoso, Maestro...
Son los caballos toreros de Luis y Antonio Domecq. Los caballos
de este Apocalipsis del vandalismo inútil. Es como matar un
ruiseñor: lanzar una botella de gasolina ardiendo contra ese
camión que nos hemos encontrado tantas madrugadas en la
carretera, cuando venían de torear en un pueblo de cohetes y
reina de las fiestas y nos sacó del sopor el letrero de la
trasera: "Caballos toreros".
Hay que estar muy en las claves del campo, en la vieja
cultura agraria de lunas y solanos, temperos y cabañuelas, para
comprender lo que un hombre puede sentir por su caballo. Los
jinetes de la marisma dicen que es a caballo como pensó Dios
que el hombre contemplara el mundo. La caballerosidad viene
siempre de una montura y unos estribos. El caballo determinó
unos modos de vida. A un coronel retirado que anda por Sevilla,
le pregunté si es militar y me dijo: "No, no soy militar;
yo soy de Caballería". Luis y Antonio Domecq son de
Caballería de Jerez de la Frontera. Como un cante de La Paquera
en la ciudad donde los generales de la historia siguen montando
caballos de bronce y donde al caballo le dedican hasta una
feria.
Yo que viví de cerca cómo aquel jinete de los caminos
reales de la novela que se llamaba Manuel
Halcón le guardo tres
días de luto a su caballo, comprendo mejor que nadie cómo
Alvaro, Luis y Antonio no se retiran ahora de la clínica
veterinaria, como quien está en la cabecera de alguien querido.
Y llevan luto por "Legítimo". Lo tuvieron que
sacrificar por culpita de la explosión que hizo del corcel
torero desventrado caballo de pica de Eugenio Noel.
En este mundo globalizado de los últimos modelos de coches,
de la alta velocidad, de los correos electrónicos, viene un
jinete de postas sobre un alazán tostado, antes muerto que
cansado. Galopa por el llano para traernos un dolor antiguo, una
tristeza, la impresionante estampa de los hombres del campo que
lloran a sus caballos. Que han quedado con los ojos ciegos. Como
de mármol griego. Como de bronce veneciano. Como de dolor
romano del viejo campo andaluz.
Temas
de toros en el RedCuadro
Sobre la familia Domceq y el
rejoneo, en El RedCuadro:
Violencia
contra los caballos de rejoneo de Domecq
Don Alvaro Domecq, Medalla de
las Bellas Artes
Don Alvaro a La
Ina en punto
Casarse con una Domecq
Conchita Cintrón, la Diosa de
Oro
Un caballero en plaza

Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
|