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Tiene
que haber por ahí mucho Fernando VII suelto, hasta con paletó
y retrato goyesco. De otra forma no me explico este virtual
restablecimiento de la Inquisición, llamada ahora lo
políticamente correcto. La Inquisición que afortunadamente
abolieron las Cortes de Cádiz en 1813 y el régimen liberal
después, en 1820, al segundo y definitivo intento de
descabello, hasta era más llevadera. Bastaba con que te
declararas creyente en la fe de Dios. La de ahora es más
terrible. Depende no sólo de las leyes de los hombres, sino de
las modas de su pensamiento. Hay como una Pasarela Cibeles de la
ideología dominante, por donde desfilan las tendencias de la
mentalidad de moda, y, ay, de ti como no plantes las flores a la
moda de París, así me gusta a mí. La Inquisición histórica
era más llevadera; sabías que si te confesabas aficionado a
Lutero te quemaban en la plaza pública. Ahora no sabes por
dónde te pueden venir las teas para darte vuelta y vuelta y
dejarte "bien cru" si te atreves a proclamar tu
pensamiento. Sí, exactamente lo del sacristán de la zarzuela
"La Marsellesa", tan manido: "El pensamiento
libre/proclamo en alta voz,/y muera el que no piense/igual que
pienso yo". Debes, por tanto, tener mucho cuidado con
cuanto dices en materia de nación española, papel de la mujer,
libertad sexual, razas del género humano o movimientos
migratorios. Te pueden poner el sayo de
"españolista", "machista", "homófobo",
"racista" o "xenófobo"; al cambio, hereje,
para la pira de la Santa Inquisición Civil.
Los viejos liberales del Cádiz
de 1812 vemos con cierta ternura el ardor inquisitorial de estos
neoconversos de la libertad. En cierto modo, es algo tan antiguo
y nuestro como la libertad a la trágala. Lo que nuestros
liberales imponían a los absolutistas: "Trágala,
trágala, tú, servilón,/ tú que no quieres
Constitución". Estamos teniendo que admitir el artículo
14 de la Constitución a la trágala: "Trágalo, trágalo,
liberalón,/ salvo que quieras Inquisición." Ese artículo
dice que los españoles somos iguales ante la ley, "sin que
pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra
condición o circunstancia personal o social". Lo de raza,
sexo y religión está clarísimo. Lo que no está tan claro es
lo de la opinión, si es que te atreves a ir, a ver si tienes
cojones, contra las mentalidades dominantes de lo políticamente
correcto. No hay nada menos permisivo que la tolerancia impuesta
por la fuerza de los hechos, y aquí se está dando la paradoja
de que las minorías están imponiendo coactivamente sus ideas
sobre las mayorías. Cualquier atisbo de disidencia es
calificado inmediatamente de anticonstitucional, como si la
Constitución no consagrara la libertad de pensamiento...
incluido el políticamente incorrecto, que muchas veces no es
más que la ley natural o el sentido común. Hemos convertido lo
anormal en norma, y para que no te queme la nueva Inquisición
tienes que ir diciendo: "Usted perdone que sea una persona
normal y que no pertenezca a ninguna minoría discriminada por
su raza, sexo o religión." Los auténticos bichos raros
son ya las personas normales, como aquella pobre madre del show
de Los Morancos que tenía un niño al que le gustaban las
mujeres, qué horror.
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